Por: Jaime Calderón Herrera
Produce hilaridad ver a quienes apenas hace dos años, incluso con sectarismo y arrogancia, hacían proselitismo en favor de Santos y hoy no ahorran críticas al gobierno.
Son los mismos a quienes la fórmula presidencial nunca les agradó, pero hoy hablan bellezas del Garzón que inició su carrera política como comunista en el Partido de Vieira, hizo tránsito a la Unión Patriótica, ingresó al M-19, saltó a un ministerio del gobierno Pastrana y después, mediante alianzas, logró la gobernación del Valle del Cauca y luego, según dicen, por imposición de Uribe, hace fórmula presidencial con Santos.
De su reciente enfermedad poco se ha informado y bastante se ha manipulado, pero se sabe que padece de ateroesclerosis, con manifestaciones en el corazón y en el cerebro, esta última, después de una infección posterior a una biopsia de la próstata.
Todos le deseamos una recuperación total, así no compartamos su vida pública, pero las consecuencias de su enfermedad harán parte del juego de las contradicciones políticas entre dos socios que hoy se diferencian en el estilo de administrar al erario y a la Fuerza Pública de un Estado fallido, que los dos, entre otros, han ayudado a malograr.
Garzón defiende al capitalismo salvaje adobado con mensajes populistas y haciéndonos creer (con indudable rédito político) que es auténtica su devoción por los íconos adorados por la mayoría de colombianos.
Desconfío de algunos devotos, pues entre ellos no hay medias tintas o son santos o no lo son, y en el caso que nos ocupa, no llega ni a santísta, aunque se escude en la conmiseración debida al enfermo, para actuar desde el lecho o desde la Iglesia (con filmación concertada), en defensa de sus implacables intereses políticos.
Es cierto que en nuestra sociedad la coherencia no es un valor apreciado, como no lo son la sinceridad, la honestidad, la laboriosidad, la solidaridad, pero aun con riesgos de sesgo y de ser malinterpretado, consigno mi opinión sobre aquellos personajes que con engaños confunden ante su limitación para convencer.
Santos y Uribe, distintos pero no diferentes, mueven sus fichas, una de las cuales es Garzón, quien hizo sindicalismo para no ser trabajador, prefiriendo ser peón del ajedrez de los intereses plutocráticos hoy divididos, aunque no por mucho tiempo, como se deduce de un Presidente empeñado en defender los mismos tres huevitos, aunque el exsocio diga lo contrario.