Por: Horacio Serpa Uribe
En Perú se ha comenzado a reescribir la historia. La victoria de Ollanta Humala sobre Keiko Fujimori es el triunfo del humanismo sobre la dictadura. Del futuro sobre el pasado. Es la epopeya de un hombre humilde y tachado por los grandes medios, que fue capaz de reinventarse y transformarse sin renunciar a sus ideas, hasta conquistar a un electorado que ya le había sido esquivo una vez.
Fe y persistencia, compromiso social y visión de grandeza, son las fórmulas que permitieron que el ex militar nacionalista sea el nuevo Presidente de unas de las naciones más pujantes de Suramérica.
Fue un triunfo con cerca de 500 mil votos sobre su contrincante, escrutado el 95% de los sufragios. Con 7.636.859 votos, contra 7.161.859 de Keiko Fujimori, Humala derrotó a la sucesora de la dinastía fujimorista.
Era inaudito que ese país, que soportó 10 años de corrupción y violación de los derechos humanos, y padeció el destrozo de la Constitución y la institucionalidad, reeligiera al dictador a través de su hija.
Tuvo que darse una serie de circunstancias para que Humala ganara.
Primero, el centro político se dividió entre el ex alcalde Luis Castañeda, ex presidente Toledo, y su ex ministro de Economía, Pedro Pablo Kuczynski, lo que permitió que Keiko y Humala pasaran a la segunda vuelta, en una campaña polarizada y angustiante para todos.
Los medios de comunicación, otrora perseguidos por Fujimori padre, se aliaron con su sucesora y atacaron sin descaro ni pudor a Humala y lo victimizaron.
Para impedir el inminente triunfo de Keiko, el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, apoyó a Humala y jalonó el apoyo del ex presidente Toledo. El país con mayor crecimiento económico y con mejor futuro está hoy en manos de un nacionalista. De un socialista, asesorado por los hombres de Lula, que hicieron el milagro de desmilitarizarlo, desmarcarlo de influencias externas y hacerlo más creíble para los electores.
¿Qué sigue para Perú? Lo primero es mandar señales de tranquilidad a los mercados, para que se calmen los especuladores, y se normalicen las cosas. El nombramiento de un gabinete de lujo y el anuncio de continuidad en las políticas económicas, seguramente harán calmar las aguas.
Humala tiene ante sí un enorme reto. Demostrar que sus ideas socialistas pueden transformar positivamente a Perú, para derrotar la pobreza, crear capital humano, generar desarrollo y eliminar los obstáculos que impiden el bienestar común.