Por: Iván Marulanda
Reconozco que se recupera el espíritu democrático de las instituciones colombianas. La locura que invadió al país a lo largo de los últimos ocho años fue deletérea para la sociedad para el Estado y para la política. Se envenenaron los ánimos de la población y la ira la prepotencia y el autoritarismo mangonearon el rumbo de la nación sin miramientos por la ética por el orden legal y la sindéresis. Fueron años de confrontación de odios de arbitrariedades de derroche de poder y de caprichos y por lo mismo de errores garrafales. Errores en la interpretación de la Constitución en la concepción del Estado y las políticas públicas así como en la apreciación de las realidades colombianas. Podemos decir que el túnel por el que se transitó durante este tiempo hizo recorrido en sentido ajeno y extraño a la historia y a la razón. Fueron tiempos perturbadores que conturbaron los ánimos tensionaron las relaciones sociales e internacionales trastocaron las instituciones y generaron violencias físicas verbales morales que dejaron tirados en el camino girones de miseria y de rabia.El país se segmentó se polarizó se enfureció se confrontó.
Los desarreglos de la nación no van a corregirse en años, quizás en decenios, no solo por las heridas que se abrieron y por los atropellos que se cometieron sino también por la huella de las equivocaciones que es profunda en aspectos sensibles para la sociedad en los que se adoptaron decisiones erróneas y se sostuvieron por largo tiempo. La justicia está haciendo lo suyo y apenas empiezan los sobresaltos en ese frente en el que el país verá escenas que nunca imaginó. Falta saber cómo se endereza la economía en sus aspectos sociales y ambientales y de logística de transporte y cómo se resuelve la pandemia que brotó de corrupción y desfachatez. La política que venía grave de politiquería quedó peor y de encima untada hasta la coronilla de dinero malo y del estiércol de la mafia y el paramilitarismo. Y a la fuerza pública pasada por el trapiche del delirio se le ve gastada y estropeada y hasta desconcertada sin poderse dimensionar aún las consecuencias que le acarrearán los escenarios fantasiosos y atrevidos incluso macabros en los que derivó en medio de esa racha de alucinación en que la metió la euforia autoritaria. Ni hablar de los estragos que hizo el morbo del espionaje incubado en ese ambiente de abusos y paranoia propio de la prepotenciay el autoritarismo.
Al país lo dejó grogui esa racha de equivocaciones de horrores esas tinieblas esos abismos que cavó el régimen de la “Seguridad Democrática”. Está sacando la cabeza pero no sale como sería deseable de la mano de quienes se opusieron a que todo aquello ocurriera y alertaron sin claudicar. Las rectificaciones vienen tambaleándose de la mano de las mismas personas y las mismas fuerzas que ayudaron al hundimiento. Es por lo que el camino será más tortuoso y dispendioso de lo necesario a este paso que trae de traiciones delaciones destapes recriminaciones inculpaciones entre compañeros de viaje y de juerga ¿Acaso no hacían parte del festín de poder de estos años de decadencia los señores que hoy son gobierno y son mayoría en el Congreso? Bueno… menos los liberales impacientes metidos a las mil y quinientas en el barril de los puercos cuando llegaba la hora de su reivindicación como partido… ¡Lástima la oposición hecha trizas para los tiempos de sus victorias…!