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La caída de los sátrapas

Active ImagePor: Horacio Serpa Uribe

En el mundo árabe ha despertado con fuerza la sociedad civil, que ha decidido quitarse de un solo envión el peso de décadas de dictaduras que les arrebataron con el uso de la fuerza y la violencia el derecho a la libre autodeterminación. Egipto, Túnez, Libia, están viviendo revoluciones impensables hace apenas unos meses.

En Egipto el eterno faraón Hosni Mubarak abandonó el poder, el pasado 11 de febrero, tras una oleada de protestas, apoyadas por las Fuerzas Armadas, que le costaron la vida a miles de ciudadanos hastiados de una satrapía insostenible que perduró 30 años. Un Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas tomó las riendas del país mientras se vive un proceso de transición hacia la democracia, que permita cambios profundos para la vida del mayor país del mundo árabe. El planeta  mira con expectativa.

En Túnez había sucedido igual con el dictador Sine El Abidine Ben Al, quien permaneció en el poder 32 años. Hoy conspira contra su pueblo desde un exilio dorado y  espera disfrutar de su inmensa fortuna ilegal mientras se calman las aguas turbias en su patria.

 Ahora el turno es para Muamar Gadafi, quien es el más veterano de los dictadores árabes: 42 años en el poder han marcado el destino de los seis millones de libios, que han pasado de la resistencia civil a la insurrección armada.

Gadafi es un tirano mutante, que ha pasado por todas las etapas posibles; terrorista, financiador de revoluciones, enemigo de occidente, ideólogo de excentricidades risibles, amigo de sus atacantes. Hoy un tirano capaz de bombardear a su pueblo. De aniquilarlo como “ratas”, de usar las mas innobles armas para tratar de extirpar una revuelta que él quiere convertir en holocausto.

El mundo ve con horror la manera como estos tiranos se aferran al poder. Son insaciables en su sed de enriquecimiento, de saqueo de la riqueza colectiva. Del envilecimiento del pueblo, al que dominan con mano de hierro, haciendo uso del terror.

América Latina superó hace décadas esos tiempos de opresión. Los dictadores son especímenes raros en estos lados. Solo quedan algunos que se resisten al paso de la historia. A los cambios en la manera de entender el mundo. Para ellos Gadafi es un héroe, Duvalier una víctima, Mubarak un líder del panarabismo. Para los tiranos las constituciones solo valen cuando ellos las escriben para perpetuarse.

En Colombia vivimos la democracia con fuerza. Nuestra institucionalidad es vigorosa. La Corte Constitucional es la guardiana de nuestro futuro, de nuestra libertad. La Corte Suprema de Justicia nos protege de los malos servidores públicos. El Congreso legisla, aunque algunos de sus miembros a veces se aíslan en mundos subterráneos de juegos sucios, con paramilitares y narcotraficantes.

Aquí celebramos con fuerza cada elección, cada nuevo mandatario. Aquí no hay, ni habrá tierra fértil para dictadores, ni padrecitos, ni salvadores, ni libertadores. Aquí vive la democracia. Nuestra Carta Política, que cumple 20 años de existencia, es fuente de libertad y garantía de paz.

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