Por: Heyner Mancera Rincón
Hace solo un mes la administración municipal, hizo un costoso regalo a la ciudad con el fin de embellecer y dar utilidad a un sector ubicado entre las instituciones educativas Técnico Industrial y SENA. Un sendero peatonal con diseño arquitectónico lujoso y mobiliario importado para que los estudiantes disfrutaran sanamente después de sus “extenuantes” jornadas académicas. Luces y bombas de agua controladas por software para dar un espectáculo vistoso y relajante que nos hiciera pensar en jardines europeos. Los diseñadores imaginaron transeúntes apacibles y cultos contemplando las figuras formadas por el agua (escasa por cierto), transitando el sendero iluminado por las lámparas más exóticas de la región, en fin, toda una maravilla para los sentidos.
Pero que va ¡! Un mes después de inaugurada esta obra, ya se ha tenido que desmontar algunos de los costosos equipos, porque ciertos trogloditas de la ciudad decidieron cagarse en la infraestructura pública del municipio. Esto no es nuevo. En el sector comercial los vitrales publicitarios están partidos por orates que nada saben de civismo, la fuente del parque a la vida sirve para criadero de mosquitos, etc. ¿Por qué? ¿La gente no cuida? , ¿No se hace mantenimiento? ¿Obras de mala calidad? Tal vez sea un poco de todo. La infraestructura pública de la ciudad es reflejo de nuestro comportamiento ciudadano y de la pertenencia que tenemos por ello. (Incluido los políticos)
¿Qué tan preparada esta Barrancabermeja para tener obras lujosas y costosas al servicio del pueblo? Lo cierto es que al diseñar algo, se debe evaluar todos los aspectos adversos que amenazan la estabilidad de las obras y el contexto social en el que se hacen. Para nuestra ciudad, se debe pensar en obras que combinen estética con robustez y durabilidad. No todo lo “bonito” es bueno, ni todo lo “feo” es malo. Aquí somos ordinarios, toscos, tiramos la basura a la calle y escupimos en ella, tratamos las cosas a los golpes y si es público con más ganas. Para la muestra ahí están los colegios públicos con sus pupitres destrozados; Recuerdo como durante una protesta de la USO, desadaptados rayaron con aerosol las paredes de las oficinas de ECOPETROL, no hay derecho. Cuando alguien expresa que “los recursos públicos son sagrados” se refiere también a las señales de tránsito, los andenes, las sillas de los parques, los juegos para niños, las empresas publicas y por supuesto el dinero del erario público.
Como ciudadano tengo el derecho y el deber de protestar por el mal comportamiento de algunos pedestres habitantes que deberían ser encarcelados por arremeter irresponsablemente contra lo que a todos nos pertenece. Aprender a valorar las cosas es una obligación de todo ciudadano con sentido de pertenencia, por eso la educación es sin duda pieza fundamental en la construcción de una sociedad respetuosa de lo público y llegar a pensar que eso pasa en todas las ciudades, es alimentar la mediocridad de dejar las cosas como están.
Que los pelaos se metan en los chorros de agua no está mal, lo malo es que se vea eso como un balneario, porque de lo contrario ese tipo de obras ostentosas para una sociedad no que las valora, es como el cuento del manjar en la trompa del cerdo.