Por: Heyner Mancera Rincón
Gran preocupación ha causado en ciertos sectores académicos y laborales de la ciudad la noticia difundida la semana pasada por Ecopetrol y la USO sobre la desaparición de la figura del HSE en sus operaciones.
El HSE llamado “segurito”, es el profesional encargado se los asuntos de salud, seguridad y ambiente en los lugares de trabajo que se implementó con el ánimo de minimizar los accidentes laborales y gestionar los riesgos. Sin duda, en los últimos 8 años dado los nuevos modelos de contratación que exigían este tipo de personal en su nomina, la figura tomó una inusitada relevancia e hizo que muchas personas vieran en ella una buena expectativa laboral debido a la alta demanda. Instituciones formadoras como INUPAZ, UNIORIENTE, SENA y otras de garaje, ofrecieron la formación técnica a jóvenes para así suplir una creciente demanda en los proyectos petroleros; más y más jóvenes querían estudiar Higiene, Seguridad y Salud Ocupacional porque su meta era ser seguritos, una forma “fácil” de entrar a trabajar. Por un momento se convirtió en la “carrera de moda” pero ni las empresas, ni las personas, ni las entidades formadoras, alertaron sobre el punto de equilibrio entre la demanda y la oferta de profesionales en HSE que necesitaba el sector.
Ahora, todos esos jóvenes en las instituciones se preguntan en medio de la incertidumbre y la frustración… ¿Qué van a hacer si el proyecto donde tenían sus esperanzas laborales ya no los requiere? Este tema tiene una profundidad y abre un debate sobre la responsabilidad de los colegios y demás instituciones de formación, en la orientación vocacional o académica que debe hacerse en cada nueva promoción de futuros profesionales. Nuestros jóvenes deben ampliar sus expectativas laborales más allá de la industria del petróleo, encontrando áreas que verdaderamente motiven sus intereses y aptitudes personales y de esta forma lograr adecuadas elecciones de formación y no decisiones basadas en la moda o imposiciones de un mercado laboral temporal que provoque posteriores desilusiones o fracasos.
La educación superior es un lujo que pocos se pueden dar, por esto es vital la asesoría que se debe prestar a los egresados; pero las universidades ahora tendrán que hacer un mayor esfuerzo y no solo dedicarse cobrar los semestres, sino orientar profesionalmente para la inserción laboral a esos cientos y cientos de jóvenes que ven nublado su horizonte y que fue dibujado por la supuesta interminable demanda de HSE en las contratistas de Ecopetrol.
Estas situaciones, también deben contribuir a la ampliación de nuevas carreras en nuestra ciudad, que permitan investigación, nuevos mercados, productos y sus cadenas de consumo, los barranqueños no solo debemos saber de petróleo y sus áreas a fin, sino encontrar nuevas expectativas laborales relacionadas con las finanzas, ciencias naturales y sociales, tecnología, etc. Estoy seguro que en la ciudad están los talentos esperando las oportunidades alternas que las Instituciones de formación, el gobierno, las empresas y la sociedad les puede brindar.