En medio de una crisis ambiental global que amenaza la supervivencia de la humanidad y de los ecosistemas que sustentan la vida, aún persisten grupos de anacrónicos politiqueros que parecen ajenos a la magnitud del problema.
Daniel Samper Ospina, conocido periodista colombiano, ha sido durante mucho tiempo una figura polémica en el ámbito mediático. Su estilo mordaz y sarcástico le ha ganado una gran audiencia, pero también numerosos detractores.
No quiero escribir artículos para adular al alcalde Jonathan Vásquez, como si lo hacen sus colaboradores y amigos que no le dejan ver la realidad de su precaria situación.
Ex ministro Ruiz, no quisiera sonar inquisidora pero me gustaría que nos explicara lo siguiente:
La lucha de las guerrillas en Colombia, aunque en sus inicios surgió como una respuesta legítima a la injusticia social, la opresión y la desigualdad, ha mostrado ser, en muchos contextos, un lastre para el movimiento progresista.
Mi querido Daniel Samper O, qué curioso esto de que los lodazales políticos nos tengan tan distanciados en nuestro modo de pensar.
En los próximos días el Senado de la República debe elegir al nuevo Procurador General de la Nación. Se trata de escoger el reemplazo de la polémica Procuradora Margarita Cabello.
La reciente elección de los candidatos de Germán Vargas Lleras y del partido Cambio Radical para la Procuraduría General de la Nación ha levantado sospechas y generado críticas en diversos sectores de la sociedad colombiana.
El refrán que dice que «no es buena la venganza, pero sí la desquitanza«, justificando disimuladamente la venganza, describe perfectamente toda esta serie de artículos de opinión que más que una defensa de la libertad de prensa, son casi como una acción coordinada, no sé si desde la FLIP o desde los Bejarano o de todos los medios corporativos de comunicación contra el Presidente Petro.
La idea de que no se puede sostener un crecimiento económico infinito en un planeta con recursos finitos, no solo, ha sido discutida por científicos, ambientalistas y filósofos durante décadas, sino siglos.
