En el debate político colombiano, uno de los temas más candentes y divisivos de los últimos años ha sido la reforma al sistema de salud.
Este debate ha puesto en evidencia no solo las fallas estructurales de un modelo basado en la intermediación financiera de las EPS, sino también el deterioro de las posiciones consideradas “independientes” en el Congreso.
La decadencia de estos supuestos actores neutrales parece directamente ligada a su defensa ferviente de las EPS, una postura que, a todas luces, prioriza intereses privados sobre el bienestar público.
Desde hace meses, la reforma a la salud impulsada por el gobierno del presidente Gustavo Petro ha generado un acalorado debate.
Su objetivo principal es eliminar la intermediación financiera de las EPS, un modelo que ha demostrado ser insostenible y plagado de corrupción. Sin embargo, figuras como Katherine Miranda, Jennifer Pedraza y Cathy Juvinao, integrantes de la llamada bancada “independiente”, han tomado una postura que no solo sabotea cualquier intento de reforma, sino que, además, desvirtúa la discusión con ataques personales, desinformación y conductas inapropiadas.
El papel de Katherine Miranda y Jennifer Pedraza
Katherine Miranda ha sido una de las figuras más vocales en contra de la reforma. Su estrategia, más que constructiva, ha sido confrontativa, caracterizándose por interrumpir debates con gritos y palabras soeces, como sucedió en una reciente sesión en la que atacó al presidente de la Cámara.
Este tipo de comportamientos no solo deslegitima la labor legislativa, sino que también evidencia un afán por desviar la atención de los argumentos técnicos que sustentan la reforma.
Por su parte, Jennifer Pedraza, una representante controvertida por su discurso muchas veces ambiguo, ha utilizado la plenaria para denunciar que no se le da la palabra, que hay violencia política y que los ministros no responden.
Sin embargo, guarda un silencio sospechoso cuando se trata de los multimillonarios desfalcos cometidos por las EPS, un problema documentado y denunciado por el gobierno actual.
Este doble estándar revela una intención de proteger el statu quo y desviar la atención de las verdaderas causas de la crisis en el sistema de salud.
Ahora si se sabe para quien trabajan y que intereses defienden @elReneJimenez @AlexKleinO @juanda158392211 @mamertos0 @RobertoMTico @jojare2 @esperancitaUrib @gener_usuga @osoriosantiago @TatanOrrego @UldaricoChilito @YoAlejoV @AlfreMondragon @tavo2366 @YeseRivero @CelsoTeteC… pic.twitter.com/fPQJdsMdKz
— Barrancabermeja Virtual (@BcaVirtual) December 18, 2024
El espectáculo de Cathy Juvinao y la bancada independiente
La representante Cathy Juvinao ha protagonizado otros episodios cuestionables. Durante un acalorado debate, fue vista vapeando en un lugar cerrado, violando la ley.
Este gesto, aunque aparentemente trivial, simboliza la falta de respeto por las normas básicas y por el espacio de deliberación pública. Al igual que Miranda y Pedraza, Juvinao ha centrado su discurso en criticar la reforma sin ofrecer soluciones concretas, contribuyendo a un ambiente de saboteo más que de construcción.
El espectáculo ofrecido por esta bancada durante las discusiones de la reforma ha sido, en el mejor de los casos, desagradable.
Con frases vacías como “¡Con la salud de la gente no se juega!” buscan apelar a las emociones del público, pero carecen de argumentos sólidos para justificar la continuidad de un modelo que ha demostrado beneficiar a unos pocos a costa de la salud de millones.
Las corruptas EPS y el negocio de la salud
El modelo actual de las EPS ha sido un terreno fértil para la corrupción. Estas entidades han creado redes de cooperativas, IPS, EPS y fundaciones que operan bajo el mismo control, disfrazando de privados recursos públicos y transfiriendo dinero entre sí.
Este sistema no solo pone en riesgo la vida y la salud de las personas, sino que también perpetúa la desigualdad y la falta de acceso a servicios de calidad.
El gobierno de Petro ha expuesto públicamente los actos de corrupción de las EPS, basándose en datos verificables. Sin embargo, la bancada “independiente” ha optado por minimizar estas denuncias o, peor aún, ignorarlas por completo.
Su silencio y complicidad con este modelo de negocio demuestran que su independencia es, en realidad, una fachada para proteger intereses económicos y políticos.
La hipocresía de los “independientes”
Mientras el país exige cambios profundos en un sistema de salud que claramente no funciona, la bancada “independiente” celebra cada dilación en la aprobación de la reforma. Su aparente preocupación por el bienestar de los ciudadanos contrasta con su defensa de un modelo que favorece a negociantes en detrimento de la población más vulnerable.
Es evidente que la decadencia de los autodenominados independientes está directamente ligada a su postura frente a las EPS.
En lugar de ejercer una oposición constructiva, han optado por sabotear los esfuerzos del gobierno, utilizando mentiras y tácticas dilatorias para confundir a la opinión pública.
Su hipocresía queda al descubierto cuando critican las propuestas del Ejecutivo mientras callan ante los escándalos de corrupción que han desangrado el sistema.
La defensa de las corruptas EPS ha marcado un antes y un después en la política colombiana, acabando con la decencia y la credibilidad de los llamados independientes.
Lejos de ser una oposición responsable, esta bancada se ha convertido en un obstáculo para el avance del país.
Su postura frente a la reforma a la salud no solo evidencia sus intereses particulares, sino que también pone de manifiesto su falta de compromiso con el bienestar colectivo.
En un momento en el que Colombia necesita soluciones reales y voluntad política para enfrentar sus problemas estructurales, la bancada “independiente” ha demostrado estar del lado equivocado de la historia.
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