Cuando te encuentras en la situación de pagar $185 dólares por una cita de evaluación médica y $245 dólares por cada sesión de terapia física para tratar un dolor de espalda, empiezas a reflexionar sobre el costo de la salud en Estados Unidos.
Este tipo de dolor crónico es algo que probablemente adquiriste trabajando, tal vez por la carga física que requiere tú empleo.
Sin embargo, aunque trabajas y pagas tu propio seguro de salud, descubres que no tienes cobertura completa porque no has alcanzado el deducible anual de $2,500.
Esto significa que estás cargando con aproximadamente $500 por semana de tu bolsillo para aliviar un dolor que afecta tu calidad de vida. En momentos como estos, es cuando realmente aprecias la importancia de los programas de asistencia social que defienden líderes como Kamala Harris y de programas como Medicare, que los demócratas buscan proteger y mejorar.
En Estados Unidos, el acceso a servicios médicos de calidad es un tema complicado, y muchos trabajadores, a pesar de contar con seguro, se ven en situaciones como esta.
La realidad es que muchos planes de seguro requieren alcanzar altos deducibles antes de que la cobertura comience a aplicarse a ciertos tratamientos, especialmente para afecciones crónicas o problemas de salud que no se consideran emergencias.
Este sistema deja a muchos ciudadanos con dos opciones:
Endeudarse para poder recibir el tratamiento necesario o resignarse a vivir con dolor y limitaciones. Es en estas circunstancias que uno entiende lo fundamental que es votar por líderes que defiendan el acceso a la salud para todos y que apoyen programas como Medicare y Medicaid.
Los políticos que respaldan estas iniciativas no lo hacen con la intención de crear dependencia, como a veces se sugiere.
En cambio, lo hacen con la intención de garantizar que el acceso a la salud no sea un privilegio exclusivo para quienes pueden costearlo sin sacrificios, sino un derecho para todos los trabajadores, sin importar su nivel económico.
Los programas como Medicare son vitales para una gran parte de la población, y votando por líderes que defienden estos programas, votamos para proteger nuestro derecho a recibir atención médica sin arriesgar nuestra estabilidad financiera.
Además, apoyar estos programas no te convierte en socialista ni mucho menos en alguien que “depende” del estado.
Votar a favor de la salud pública es una elección basada en la realidad que viven millones de ciudadanos todos los días: la realidad de que el costo de la salud en Estados Unidos puede ser prohibitivo.
Es posible que muchos nunca piensen en estos temas hasta que se ven afectados personalmente, ya sea por un accidente, una enfermedad crónica, o simplemente el paso de los años, que puede traer consigo nuevos desafíos de salud.
No debemos dejarnos engañar por discursos que tildan de negativo el apoyar el acceso a la salud para todos.
Proteger estos programas es una forma de cuidar a nuestros seres queridos, de defender el bienestar de nuestras comunidades y de asegurar que todos tengamos las mismas oportunidades para vivir una vida digna y saludable.
No se trata de buscar beneficios gratuitos ni de convertirse en una carga para el estado.
Se trata de valorar el esfuerzo y el trabajo de cada ciudadano, y reconocer que la salud es una necesidad básica que debería ser accesible para todos.
Así, cada voto es una oportunidad para defender los derechos y beneficios que realmente importan en nuestras vidas diarias.
Cuando votamos por líderes que luchan por una cobertura de salud más justa y accesible, estamos votando por un país donde nadie tenga que elegir entre pagar una consulta médica o cubrir los gastos básicos de su hogar.
Estamos votando por un sistema en el que el trabajo arduo sea valorado y en el que todos podamos vivir con la tranquilidad de que, si algún día necesitamos asistencia médica, esta estará disponible sin importar nuestra situación financiera.
Al votar, no solo defendemos un derecho personal, sino que abogamos por un sistema que cuida de todos.
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