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No es capricho de Petro, es una urgencia sustituir los combustibles fósiles por fuentes renovables

No se trata de una cuestión política, sino de una realidad científica que nos obliga a actuar de manera inmediata y decidida. Cada día que retrasamos esta transición aumenta el riesgo de desastres ecológicos irreversibles

La necesidad de concientizar a la sociedad sobre la urgencia de sustituir los combustibles fósiles por fuentes renovables se ha convertido en una de las prioridades globales más apremiantes. 

No es un capricho de nuestro presidente Gustavo Petro – como lo quiere hacer ver un sector de la prensa tradicional – ni una tendencia pasajera; es una realidad latente y urgente que debemos abordar de inmediato si queremos evitar consecuencias catastróficas para el planeta y las futuras generaciones.

Los riesgos de los combustibles fósiles

Los combustibles fósiles, como el petróleo, el gas natural y el carbón, han sido las principales fuentes de energía desde la Revolución Industrial. 

Si bien han impulsado el crecimiento económico y el desarrollo global, su uso excesivo ha generado daños ambientales profundos. La quema de estos combustibles libera grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero, que atrapan el calor en la atmósfera y contribuyen al calentamiento global. 

Esto ha acelerado el cambio climático, dando lugar a fenómenos meteorológicos extremos, el deshielo de los polos, la subida del nivel del mar, incendios forestales devastadores y la pérdida de biodiversidad.

El agotamiento de los combustibles fósiles también es un problema serio. Aunque estos recursos han alimentado al mundo durante siglos, no son infinitos. La dependencia de ellos nos lleva a una crisis energética futura y, al mismo tiempo, mantiene una dinámica geopolítica inestable. Esto crea conflictos por el control de los recursos, lo que pone en peligro la paz y la seguridad global.

La necesidad de una transición energética

Frente a este panorama, acelerar la transición energética no es una opción, sino una necesidad urgente. Esta transición implica cambiar de un modelo energético basado en combustibles fósiles a uno sustentado en fuentes de energía renovable, como la solar, la eólica, la hidroeléctrica y la geotérmica. 

Las energías renovables son inagotables, no emiten gases contaminantes y su uso es mucho menos perjudicial para los ecosistemas.

Adoptar energías renovables es una medida que puede reducir significativamente la huella de carbono y mitigar los efectos del cambio climático. Además, es una alternativa económicamente viable. 

Los costos de producción y almacenamiento de energía renovable han disminuido drásticamente en la última década, haciéndola competitiva frente a los combustibles fósiles. Países como Alemania, Dinamarca y Costa Rica ya están demostrando que es posible construir economías fuertes y sostenibles basadas en energías limpias. Colombia debe empezar a liderar esta apuesta.

La falsa percepción de una lucha política

Una de las barreras más grandes para acelerar esta transición es la percepción errónea de que la promoción de las energías renovables es un capricho político o ideológico. 

En realidad, los científicos y expertos en energía de todo el mundo coinciden en que debemos reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero a un ritmo mucho más rápido para evitar el punto de no retorno en el calentamiento global. 

La lucha por cambiar el modelo energético no debería ser vista como una lucha partidista, sino como una necesidad de supervivencia planetaria.

Gobiernos, empresas y ciudadanos tienen la responsabilidad conjunta de actuar. Los gobiernos deben implementar políticas claras que favorezcan las energías limpias, inviertan en investigación y desarrollo, y eliminen gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles. 

Las empresas tienen que comprometerse con la sostenibilidad en sus operaciones, adoptando tecnologías más limpias y reduciendo su impacto ambiental. Y, por supuesto, la ciudadanía debe estar informada, exigir cambios y adoptar hábitos de consumo energético más responsables.

Beneficios de la transición

Acelerar la transición hacia energías renovables no solo es vital para frenar el cambio climático, sino que también traerá beneficios colaterales. 

Entre ellos se incluyen la creación de millones de empleos en sectores como la fabricación de paneles solares, aerogeneradores, almacenamiento de energía y modernización de la red eléctrica. 

También impulsará la independencia energética de las naciones, reduciendo su dependencia de los combustibles fósiles importados.

Además, la transición energética es clave para garantizar un futuro más equitativo. Las comunidades más vulnerables suelen ser las más afectadas por los efectos del cambio climático, como sequías, inundaciones o desplazamientos forzosos. 

Una transición justa podría incluir la capacitación y educación en nuevas tecnologías, así como la creación de oportunidades económicas para estas poblaciones.

El cambio hacia fuentes renovables de energía es una necesidad ineludible. 

No se trata de una cuestión política, sino de una realidad científica que nos obliga a actuar de manera inmediata y decidida. Cada día que retrasamos esta transición aumenta el riesgo de desastres ecológicos irreversibles. La concientización y el compromiso de la sociedad, junto con acciones concretas de gobiernos y empresas, son esenciales para enfrentar uno de los mayores desafíos de nuestra época: la preservación del planeta y de la vida en él.


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