Sin duda Colombia, y Barrancabermeja, está atravesando por un momento muy difícil para la gente. La pobreza, el desempleo, la inequidad, que se han incrementado por los efectos de la pandemia del Covid 19 y las restricciones para su control, han generado un escenario complicado para la población.
En estos momentos se hace necesario que toda la nación, gremios económicos, empresas, organizaciones sociales, instituciones públicas, entidades religiosas, entre otras, deban buscar mecanismos de articulación para en primer lugar ayudar a la comunidad, en especial a los sujetos más vulnerables y que están más en riesgo frente a las complejidades actuales.
Y en segundo lugar, buscar cómo se aprovecha el contexto para cambiar la realidad social y económica del país, para evitar que frente a otra emergencia la gente esté tan indefensa.
Pero la realidad del país y del distrito es que las entidades y organizaciones, públicas y privadas, llamadas a liderar la intervención social en beneficio de la comunidad, poco o nada han hecho y la realidad de la población sigue siendo muy difícil.
El atributo social del estado de derecho colombiano y la responsabilidad social empresarial son solo dos ejemplos de la débil e insuficiente sensibilidad social que reina en el país.
Y no es una exageración, es una realidad pública en el país.
El tema de las vacunas permite entender esta situación nacional. Varias empresas han anunciado compra de vacunas para sus trabajadores, pero se quedan cortos en sus esfuerzos.
La principal empresa petrolera del país anuncia la compra de un pequeño número de vacunas para sus trabajadores, a pesar de que ya un número de ellos han sido vacunados por el Estado, y a pesar de sus grandes recursos no incluyen para las vacunas a las familias de sus trabajadores y la población de sus áreas de influencia.
No les importa realmente la comunidad en sus áreas de influencia a pesar que esa misma población es un factor de contagio para sus obreros.
La insensibilidad social y la falta de una real responsabilidad empresarial son las verdaderas características de la empresa petrolera, y en general de ese sector económico.
Pero las instituciones públicas tampoco se escapan de esta realidad nacional.
El distrito de Barrancabermeja poco ha hecho por ayudar a las familias a enfrentar las consecuencias del covid 19.
No hay subsidios ni mercados para los sectores sociales más vulnerables; tampoco hay elementos de bioseguridad para las comunidades más pobres y expuestas, como los vendedores ambulantes, transportadores informales, entre otros; las ayudas a adultos mayores, estudiantes, mujeres cabezas de hogar se han reducido y han llegado tarde, o no han llegado; además, la generación de empleo a jóvenes y mujeres, así como a la población en general, ha sido escasa y deficiente.
Lo anterior son solo algunos hechos destacables de muchos más y que demuestran la profunda deficiencia en la gestión de la administración distrital y su evidente falta de sensibilidad social.
Lo peor del asunto es que las cosas no parecen que vayan a cambiar, pues no se ve ni intenciones ni acciones por parte del gobierno distrital para priorizar el gasto social, la inversión en los sectores sociales más necesitados y vulnerables, en el destino de los recursos públicos.
Este es un panorama muy difícil para la gente, que no encuentra un real apoyo ni del gobierno, que se ve superado por la pandemia y sus efectos, ni de las empresas, que están más preocupadas en activar la economía que en la realidad social del país.
Las organizaciones sociales y religiosas no tienen la capacidad ni de atención ni de convocatoria en favor de la población vulnerable, lo que hace aún más difícil la situación del país.
Frente a la realidad social actual se hace necesario que los concejales, diputados y congresistas, en su papel de representantes de la población, hagan las gestiones necesarias ante las autoridades locales, departamentales y nacionales que beneficien a la gente.
Se hacen necesarias acciones urgentes y efectivas que impacten positivamente a la población, que padece muchas necesidades y ven un Estado ausente e indiferente.
Si concejales, diputados y congresistas no logran los resultados que la comunidad espera, el siguiente paso de la ciudadanía es renovar las diferentes corporaciones, buscando liderazgos nuevos que si estén interesados en la realidad social del país.
Es lamentable que la comunidad constate la ausencia de sensibilidad social del gobierno, y no tan sorpresiva de las empresas, más en estos tiempos tan difíciles.
En un estado social de derecho la falta de gestión en beneficio de la gente es muestra del fracaso del mismo. La débil inversión social de la alcaldía distrital es una muestra de su fallida gestión, aunque hay tiempo para reorientar la acción gubernamental las esperanzas de la comunidad son cada vez más pocas.
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