La necesidad de reforestar, con especies nativas, es realmente una responsabilidad con el futuro de nuestra ciudad, de su gente, de su agua y de sus animales.
Después de cien años de explotación petrolera, y más recientemente de décadas de ganadería extensiva y de monocultivos, se hace indispensable darle una mano al planeta y empezar a recuperar nuestras selvas.
El futuro de Barrancabermeja, y del planeta, está atado a nuestra capacidad de ayudar en la recuperación del medio ambiente, de su biodiversidad, para permitir que la Tierra siga siendo habitable.
La lucha por el agua, por un aire respirable, por mantener la vida animal, pasa por plantar árboles de forma masiva.
Hablamos del futuro económico y social, de diversificación de la economía, de buscar nuevas fuentes de empleo e ingresos para la gente, como el turismo, pero no asumimos la terrible realidad ambiental local, marcada por la degradación de caños, ciénagas y ríos, que está ligada a la deforestación de sus cauces y entornos.
Así que no podemos seguir pensando el futuro, en términos económicos, de Barrancabermeja lejos del petróleo sino recuperamos nuestros espejos de agua, y estos necesitan de las selvas.
Si se ve desde el punto de vista social y ambiental es más que claro que se necesita reforestar, y es una necesidad no solo rural, se necesitan más arboles dentro del perímetro urbano, donde escasean los espacios verdes.
El centenario de Barrancabermeja se acerca, y es necesario insistir que la mejor forma de celebrar ese evento es cambiando la manera como la ciudad se relaciona con el ambiente, y no es solo el reencuentro con el rio Magdalena, y de paso con todos los caños y ciénagas, sino también con la naturaleza, que ha sufrido en estos cien años de depredación permanente.
El hito es como se transforma la ciudad en este contexto, y un camino es a través de recuperar y reconstruir la relación de Barrancabermeja con el medioambiente, el agua, los animales y las plantas.
Y eso se puede hacer a través de la reforestación en cuencas y áreas de conservación. Así se ayudaría a proteger el agua y a los animales. Además se podría aprovechar la oportunidad para ubicar áreas verdes en todas las comunas, en terrenos baldíos, lotes sin usar, tierras abandonadas, en un verdadero esfuerzo por plantar especies nativas y frutales por todo el casco urbano y centros poblados.
La oportunidad por reconectar a la comunidad con la naturaleza existe, solo hace falta la voluntad de hacer las cosas diferente.
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