Después de las elecciones atípicas del 2 de julio es indispensable identificar una serie de elementos que permitan comprender lo sucedido en las urnas y que deben ser un referente para la población y la clase política local.
En este sentido, hay que señalar que la comunidad no conocía ni entendía bien el proceso de revocatoria del mandato, no entendía los requisitos ni la justificación para llevar a cabo ese proceso, ni en lo legal ni en lo político, así que era un ejercicio ajeno a la población, que no lo comprendía ni lo asimilaba, y por lo tanto no generó interés en participar en el mismo.
Así mismo, la ciudadanía percibió que era demasiado pronto para iniciar un proceso de calificación del gobierno, pues la gente comprendía que había pasado escaso año y medio de gobierno y era no solo exagerado sino injusto criticar a la administración municipal por no alcanzar las metas que se había propuesto para un periodo de gobierno de cuatro años.
Otro elemento para destacar es que este proceso de revocatoria no pudo despertar el fervor público, ni provoco sentimientos entre la comunidad, así que la gente no se identificó ni se sintió movida por ese proceso, lo que provoco la apatía pública.
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Esto pudo ser el resultado de varios factores, es así como no fue un proceso social ni comunitario, pues sus líderes eran personas identificadas con la clase política, con candidatos o campañas políticas, o con anteriores gobiernos, así que se identificó este proceso como político donde se pretendía combatir política con politiquería y eso generó rechazo entre la ciudadanía.
Además, no hubo líderes sociales y comunitarios al frente del proceso que representaran una verdadera alternativa para la comunidad, lo que llevo a asimilar este proceso revocatorio como ajeno a la gente; así mismo, las herramientas usadas en el proceso, en particular el uso de las redes sociales, llevo a un desgate continuo de la población que lentamente se fue cansando de las infamias y mentiras, así como de los enfrentamientos, que inundaron los medios virtuales y que fastidiaron y aburrieron a la ciudadanía que finalmente optó por rechazar el proceso.
También no fue un proceso positivo, ni propositivo, ni donde se presentaban soluciones a la población, pues los que impulsaron la revocatoria construyeron un discurso negativo de gobierno y de ciudad, que no mostraba salidas ni ideas, sino que presentaba un panorama desalentador que provocó que la ciudadanía se apartara de semejante escenario.
Estas entre otras razones permiten entender lo que pasó el pasado 2 de julio, pretender explicar la abstención del 90% por factores como sancochos o actividades culturales, rumores o prohibición del parrillero, entre otras cosas, es ignorar lo que sucedía social y políticamente en la ciudad, así como pretender subestimar no solo la percepción ciudadana del proceso sino la capacidad de apropiación pública de la revocatoria entre la población.