La muerte parece que estuviera ensañada con los artistas vallenatos con una pavorosa coincidencia.
Ocurrió con Martín Elías, (el hijo de Diomedes), con Kaleb Morales, con Patricia Terán y ahora con ROMUALDO BRITO. Todos ellos se fueron a parrandear «al otro mundo» por culpa de un accidente de tránsito.
Aunque los primeros tres accidentes tuvieron una gran resonancia y despliegue, pues sus voces y carismas hicieron que todo un pueblo sintiera que habían perdido a uno de los suyos más queridos, en el caso de ROMUALDO no ha tenido tanta repercusión.
Para el público consumidor de música vallenata, la noticia no generó la importancia debida. Pero en el mundo vallenato saben que ese siniestro vial cortó la musa inspiradora del compositor del «Santo Cachón», interpretado por los Embajadores Vallenatos, y convertido en todo un éxito musical por su ingrediente picaresco, aunque fue una de las composiciones que poco le emocionó; que su inspiración la aprovechó Diomedes para interpretar “El Indio”, que Jorge Oñate -con su vozarrón- hizo famoso “Los amaneceres Del Valle”, que en toda fiesta se baila: “Parranda, ron y mujé ” y que Otto Serge le hizo un reconocimiento a la pareja con “Esposa mía”, todas de su autoría y algunas de las 1300 canciones que compuso.
Entonces muchos entenderían por qué decimos que murió otro de los grandes del folclor vallenato.
Artistas de la talla de Silvestre Dangond, Alex Manga, Fabian Corrales, Peter Manjarrez, Iván Villazón, tuvieron el gran detalle de grabarle un cancionero de dos CD bajo el sello EMI titulado: “Los mejores le cantan a ROMUALDO”. Y en ese trabajo musical y selecto está una canción dedicada a su compadre Darío Martínez, el padrino de bautizo de uno de los hijos de ROMUALDO, de Junior, a quien le compuso “Amigo de amigos”.
Ese privilegio de ser compadre, provocó cierta malquerencia de sus amigos más cercanos que criticaron esa decisión, pues no entendieron por qué un hombre reconocido en el Valle y la Guajira, un grande del folclor vallenato, prefirió otorgarle ese gran privilegio a “un cachaco” y no a uno de los suyos.
Darío, como buen barranqueño, es un asiduo seguidor del folclor vallenato y desde que empezaron a realizarse los festivales vallenato en Barrancabermeja, puso su casa del barrio El Recreo a disposición de los cantores y acordeoneros que venían de las tierras del Cacique Upar, para extasiarnos con sus virtudes.
Fue cuando conoció a ROMUALDO, con quien durante más de 30 años cosechó una gran amistad.
Desde entonces, ROMUALDO y su familia cada vez que llegaban a Barrancabermeja se hospedaban en El Recreo, que era el epicentro de grandes parrandas y hasta donde llegaban acordeoneros, verseadores, guacharaqueros y cajeros para ponerle el toque de inspiración y fiesta a uno de los tradicionales barrios de Barrancabermeja y le permitió ser invitado de honor en la casa de ROMUALDL, durante los festivales de Valledupar.
Darío tuvo un mal presentimiento la noche anterior al accidente ya que tuvo la oportunidad de dialogar con ROMUALDO y confiesa que le dio escalofríos cuando su compadre, su hermano, su amigo del alma le agradeció telefónicamente porque nunca lo ha olvidado.
Horas después de conocerse su fatal destino, Darío ha sido arropado por una gran tristeza.
«Ni en 500 años volverá a nacer otro compositor como él», dijo con lágrimas en el rostro y con voz entrecortada.
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