El gobierno Duque ha sido tacaño con quienes más requieren del apoyo estatal, está peligrosamente alejado de la realidad social del país, sus prioridades siguen siendo su imagen y la gran empresa
Por fortuna, la afirmación no se deduce de un análisis realizado por colombianos porque inmediatamente se descalificaría como proveniente de las «nuevas generaciones de las Farc»; esta viene de un serio análisis de un reconocido centro de pensamiento que dirige la economista mexicana Nora Lustig. En su artículo titulado Cuatro meses, cuatro países, cuatro respuestas se señala que el covid-19 empuja a la pobreza a 25 millones de personas de Argentina, Brasil, México, y Colombia. Dos de sus datos son muy relevantes para nuestro país.
Primero, como lo ha anotado un estudio reciente de Fedesarrollo, es verdad que no son los pobres los que más pierden en medio de la pandemia gracias a las Transferencias Condicionadas que reciben: Familias en Acción, Jóvenes en Acción, y los apoyos a los adultos mayores. Por ello, los más afectados son los que ella denomina pobres moderados o clases medias; es decir, lo que nosotros conocemos como vulnerables, aquellos que antes de la pandemia superaron la línea de pobreza, pero que tenían un altísimo riesgo de volver a ser pobres. Antes del covid-19 se estimaba que en América Latina y en Colombia este sector representaba el 39 % de la población, mucho más que el porcentaje de pobres.
Segundo, ese análisis insiste en que es imposible que como señala Fedesarrollo, no se haya empeorado la distribución del ingreso con la pandemia, porque el impacto no ha sido igual para todos los sectores de la población de un país. Lustig califica esa conclusión como la que deduce el estudio de Fedesarrollo como un gran error, y estima que el Gini —indicador de desigualdad— puede haber aumentado entre 2 y 4 puntos porcentuales en estos cuatro países. Es decir, en términos de concentración del ingreso, Colombia puede haber retrocedido a niveles de principios de siglo.
Ahora bien, sobre las acciones de los gobiernos frente a los vulnerables se destaca que mientras en Brasil el gobierno asignó el 2 % del PIB a este grupo de personas y beneficia a 50 millones de vulnerables con 107 dólares mensuales durante 5 meses y Argentina definió el 1 % del PIB para 9 millones de personas con 148 dólares mensuales por tres meses, en Colombia no se da información sobre el número de beneficiarios, pero se afirma que se ha asignado «el 0.3 % del PIB y el efecto mitigador es pequeño.» Aunque Lustig no lo menciona, los colombianos sabemos que la asignación anunciada para ellos es de $ 160.000 mensuales, 40 dólares aproximadamente, aparentemente hasta diciembre; pero no se sabe con claridad ni a cuanta gente cubre ni si le está llegando a quienes lo necesitan.
La conclusión obvia es que el gobierno del presidente Duque ha sido mezquino con quienes más requieren del apoyo estatal. A esto se agregan dos hechos que confirman lo peligrosamente alejado que está de la realidad social de este país: sus prioridades siguen siendo su imagen y la gran empresa, no la microempresa ni la unipersonal que son la mayoría del país; otros dos grupos que no han recibido la ayuda que corresponde. Con razón la última encuesta de Cifras y Conceptos y la Universidad del Rosario ya muestra la crisis que vive la mayoría de la población colombiana: solo el 22 % ha recibido alguna ayuda del gobierno mientras que el 81 % de los sectores de ingresos bajos han visto reducir sus ingresos.
Sin embargo, estas cifras no conmueven a este gobierno que se acaba de comprometer con el sector empresarial para que el comité de reactivación de la economía esté compuesto por empresarios y gobierno.
¿Y la gente qué? Donde queda la profunda responsabilidad del gobierno con más de 4 millones de desempleados, sin apoyo estatal. Es hora de hacer estas denuncias y de presionar a este gobierno mezquino con los que están más golpeados por esta crisis, excesivamente generosos con los que más tienen, y especialmente, ineficiente como se deduce de las quejas de los dueños del capital.
Sin lugar a dudas, el miedo a la pandemia y las restricciones que han existido para salir a la calle han evitado las protestas sociales, pero ahora que todo se abre, prepárese presidente porque si no actúa rápidamente para resolver estas injusticias, se dará una explosión social muy compleja y peligrosa; especialmente para su gobierno que ya está en el ojo del huracán.
Pero lejos de ser conscientes del reto que enfrentan, el presidente tiene un discurso sobre Colombia como si fuera el país de las maravillas y unos ministros que mueven su agenda como si estuviéramos en épocas normales.
Por enésima vez, se le pide al gobierno que revise la forma como está manejando la crisis que viven amplísimos sectores del país porque la solución está solo en sus manos. Atender a los vulnerables sí justifica que el gobierno se endeude hasta el alma; otros países menos maravillosos que el nuestro ya lo están haciendo.
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