La evolución de la pandemia del Covid-19 en nuestro municipio ha dado en los últimos días buenas noticias y aunque es prematuro aun dar pronósticos se podría decir que Barrancabermeja va por buen camino, y que los sacrificios que ha tenido que hacer la comunidad están dando sus frutos.
En estos momentos es posible empezar a pensar cómo será la vida cuando algunas medidas restrictivas empiecen a levantarse y la vida normal lentamente empiece a tomar la dinámica previa a la cuarentena, pero también es indispensable señalar que tomara tiempo que todo vuelva a lo que se conocía como normalidad y que se necesitara tiempo para ajustar y reacondicionar los cambios que la pandemia trajo a la vida de la comunidad.
Lo económico es uno de los aspectos más apremiantes y preocupantes, es un tema complejo y requiere atención específica.
Es claro para todos que los ingresos de los hogares han caído y la demanda de bienes en las últimas semanas se ha limitado, y probablemente se limitara por más tiempo, al consumo de bienes y servicios básicos para la supervivencia.
Los alimentos y los servicios públicos son vitales ahora, otros bienes y servicios están relegados o simplemente ignorados, como vestuario o electrodomésticos.
Y lo más probable es que esta tendencia siga en el tiempo hasta que los hogares logren recuperar sus ingresos. Ahí es donde está la clave del asunto, recuperar la capacidad de las personas de generar sus recursos, pero también es el asunto más complicado.
Habría que mirar que paso años atrás en una situación similar. Alrededor del 2014 se dio un escenario de crisis de la industria petrolera, por la caída en los precios del crudo, eso género que en Barrancabermeja muchas de las empresas dedicadas a ese negocio redujeran sus operaciones o simplemente se fueran del municipio.
Eso trajo consigo un aumento del desempleo, caída en el ingreso de los hogares, disminución de la demanda de bienes y servicios y una crisis económica local. Esa situación duro varios años, y solo hasta el 2018 empezó una recuperación económica cuando los precios del petróleo aumentaron.
Así que ya el municipio ha vivido, y no hace mucho, una situación económica similar.
En ese momento se pudo apreciar lo dependiente que es la economía local de la industria petrolera y que otros sectores económicos, como el agropecuario, logístico y el turismo, aunque han ido aumentando su dinámica son incapaces de contratar la mano de obra desempleada.
El sector público tampoco alcanzó a resolver la necesidad de empleo de la población. El resultado fue incremento de la vulnerabilidad social de la población, crecimiento de la informalidad, y crisis económica.
Las políticas sociales del gobierno sirvieron para paliar en algo las afectaciones sociales, pero quedaron cortas. La gran conclusión de esa situación era que se hacía indispensable diversificar la economía, disminuir la dependencia petrolera y aumentar la inversión social.
El momento actual es aún más complejo y difícil que la situación reseñada.
La pandemia ha generado no solo desempleo, también ha afectado las actividades económicas informales, las actividades de profesionales independientes, el comercio y la industria, entre otros, llevando no solo a una caída en la producción, sino también del consumo y de los ingresos de todos los sectores de la población. Y a esta ya de por sí difícil situación, hay que sumarle una caída de los precios del petróleo, con las consecuencias ya señaladas.
Este escenario es uno de los más complejos en materia económica y social que se ha tenido que enfrentar Barrancabermeja, y no solo afecta las finanzas privadas sino también las públicas.
El desempleo, la caída en los ingresos, las necesidades en alimentación, las deudas ante el sistema crediticio legal y ante los gota a gota, el pago de servicios públicos y arriendos, son solo algunos de los problemas que se enfrenta prácticamente toda la población. Esta situación no solo afecta a los más pobres, también a sectores de clase media y un poco más arriba.
La cuestión que surge es ¿qué hacer?
La primera respuesta en la pandemia es la necesidad imperante de dinamizar la economía desde el gasto público.
Se hace indispensable que el gobierno local, en la medida en que se vaya normalizando la situación y se vayan levantando las restricciones, invierta recursos en actividades que requieran mano de obra en grandes cantidades.
Se necesita empleo para todas las ocupaciones, saberes y profesiones. Y aunque se sabe que la capacidad de generar empleo por la administración distrital es limitada, se hace imprescindible que haga su mayor esfuerzo para lograr mejorar el ingreso a la mayor cantidad de gente posible y desde allí ir reactivando diferentes sectores económicos, como el comercio y los restaurantes, todos bastante afectados por la pandemia.
La segunda respuesta es incrementar el gasto social.
La comunidad requiere que los sectores más vulnerables como adultos mayores, niños, madres gestantes y lactantes, entre otros, reciban todo el apoyo del gobierno posible.
Es necesario asegurar su alimentación y su acceso a los servicios de salud. Los niños y jóvenes requieren educación, lo que hace urgente buscar alternativas para que sigan estudiando, ya sea usar la televisión local para transmitir las clases de primaria y bachillerato como se hacía unos años atrás o ampliar el acceso a internet de forma gratuita, así como la distribución de aparatos electrónicos (computadores o tabletas).
Esto es lo que se debería hacer de manera urgente desde el gobierno distrital y el concejo, la planeación de lo que se viene se debería estar haciendo ya mismo y el establecimiento de estas prioridades debe ser fundamental.
Los recursos son escasos y debe maximizarse su uso.
Esto no resolverá la dependencia del petróleo, pero al menos revitalizará la economía y generará mejores condiciones de vida para la población. El verdadero reto será ¿cómo se reinventa Barrancabermeja para superar su dependencia?
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