Leí con fruición la obra del catalán Ildefonso Falcones titulada La Catedral del Mar, dado que como novela histórica recrea las realidades sociales, culturales, religiosas, mercantiles, de una naciente ciudad de Barcelona, en la transición del feudalismo a la burguesía en el siglo XIV, aprovechando los acontecimientos relacionados con la construcción de dicha catedral.
Traigo a colación esta novela, pues los temas de discusión, de preocupación de la sociedad de entonces, se me hacen familiares a los de la sociedad colombiana de hoy.
Cuando en los medios, en el Congreso y en la sociedad debatimos acerca de la familia como si hubiera sido una organización inmutable desde su origen hasta nuestros días, cuando discutimos si los derechos de las minorías (religiosas, étnicas, raciales, sociales) deben ser decididos o no por las mayorías (religiosas, sociales, étnicas, raciales), cuando nos atrevemos a proponer que un acuerdo social, plasmado en una Constitución sea subalterno a una concepción religiosa, pues simplemente me trasporto 700 años atrás.
Como ejercicio de ciencia ficción me parece interesante, pero si pienso que la realidad del siglo XXI exige otro tipo de debates para salirles al paso a las dificultades contemporáneas, siento que la dirigencia que propone a los colombianos discutir el ayer que no tiene coherencia con el hoy, o es perversa o está fuera de la realidad, lo cual tiene una definición clínica aceptada por la psiquiatría.
Colombia es uno de los países más vulnerables al cambio climático y afronta dificultades institucionales, culturales y económicas para mitigar su impacto. El crimen cibernético no es una amenaza, es una realidad, el secuestro extorsivo mutó de las “pescas milagrosas” al secuestro de archivos.
La Inteligencia artificial es otra realidad que amenaza con reemplazar a más de la mitad de la fuerza laboral. La resistencia a los antibióticos puede traer como consecuencia epidemias devastadoras. Sobre estos temas es que debiéramos informarnos, debatir y plantear soluciones. Son los problemas del siglo XXI.
Algunos perversos quieren mantenernos en las discusiones del siglo XIV, añoran la Santa Inquisición de entonces, aquella que le hizo altar a la injusticia y a la maldad; a manera de ideología pretenden vendérnosla como solución a los problemas del hoy.
No sobra recordar que estamos en el planeta Tierra del siglo XXI.
Le puede interesar: Mas columnas del autor.