Uno de los principales problemas de salud pública y de seguridad es el del tránsito de motocicletas, y aunque es un tema sensible por la gran cantidad de personas que usan ese vehículo es necesario reconocer que la accidentalidad vial y la seguridad ciudadana se ven profundamente afectados por la circulación de estos vehículos en las ciudades y carreteras.
Lamentablemente hay que decirlo, las motocicletas están relacionadas con altas cifras de accidentalidad y de violación a las normas de tránsito, así como con la ocurrencia de delitos como los robos y homicidios.
Es por esto por lo que las motos son un factor de riesgo ciudadano que debe ser analizado con seriedad y responsabilidad para poder empezar a enfrentar el problema de manera integral.
Para esto es necesario empezar a aclarar algunos elementos que deben considerarse al abordar esta problemática.
Las motocicletas son vehículos de fácil acceso para personas de ingresos medios y bajos, por lo que se ha convertido en un producto muy apetecido por una amplia franja de consumidores.
Los bajos precios y las facilidades de pago han llevado a que la demanda de motos se vaya incrementando. Además, la facilidad en su mantenimiento y conducción, así como la economía en combustible y la velocidad de desplazamiento en ciudad, hacen aún más atractivo a este vehículo.
La cuestión aquí no es la economía, eficiencia o facilidades que presentan las motos, es que las licencias de conducción de este tipo de vehículos deberían ser mucho más exigentes en su expedición, requiriendo una serie de conocimientos y capacidades particulares y especiales que respondan a las mismas características de las motos.
La versatilidad, conducción y eficiencia de estos vehículos requiere que aquellos que los conduzcan tengan un entrenamiento intensivo y unos conocimientos extensos en normas de tránsito que garanticen una conducción responsable.
Las personas que conduzcan motocicletas deben conocer a profundidad las normas de tránsito y deben ser probadas en pruebas prácticas, que permitan constatar ese conocimiento, que conduciría a una disminución en la accidentalidad, relacionada al incumplimiento de normas sobre límites de velocidad, respeto a señales, imprudencia e impericia, que inciden en los altos índice de heridos y fallecidos en accidentes con motos involucradas.
Otro punto está relacionado con algunos usos de las motocicletas que conllevan a que se cometan infracciones y delitos. El transporte ilegal, los hurtos y los homicidios que se cometen con las motos representan un factor de riesgo a la seguridad ciudadana y a la movilidad urbana.
Estos problemas no son fáciles de resolver y se ha acudido a las restricciones en el tránsito de las motos para controlarlos, como la prohibición de parrillero y sus variantes, pero estas restricciones solo terminan afectando al grueso de la población que usa el vehículo y no desaparecen los problemas realmente.
Los controles policiales han servido de manera limitada, pues requeriría un esfuerzo permanente por parte de las autoridades de política y tránsito para que se logre resultados definitivos pero las dificultades para mantener en el tiempo los diferentes tipos de control hacen que este tipo de acciones tengan un impacto limitado.
Las ventajas de la motocicleta, para su conducción, mantenimiento, compra y movilidad, la convierten en un vehículo atractivo para la población, y lamentablemente también para aquellos que tienen fines criminales o por fuera de la ley.
Para poder enfrentar el problema hay que hacer más exigentes los requisitos y pruebas para las personas que solicitan las licencias de conducción de las motocicletas, así se haría profesional su conducción y se restringiría el acceso a esos vehículos.
Por otro lado, es necesaria una mayor responsabilidad de la ciudadanía en la conducción, no es posible ver las constantes infracciones a las normas de tránsito que se ven en las calles permanentemente protagonizadas por motocicletas.
Los ciudadanos deben tener una movilidad responsable no solo con ellos mismos sino con otros usuarios de las vías, y no es una cuestión de infracciones o multas, es un tema de comportamiento adecuado en las vías por parte de los conductores, que facilite la movilidad y la convivencia.
El cumplimiento de las normas de tránsito, de las señales y reglas viales, no es una elección es un tema de obligatorio cumplimiento para el bienestar común.
Por último, más que restringir el tránsito por medio de prohibiciones, es necesario establecer controles permanentes a estos vehículos, donde se verifique la documentación y estado de la moto, para poder determinar el estado del cuerpo de motocicletas y sus conductores.
Es momento de que los motociclistas asuman realmente su responsabilidad con toda la comunidad conduciendo sus vehículos ajustados a las normas y responsablemente. Al mismo tiempo las autoridades deben hacer controles permanentes para evitar malos usos a esos vehículos.
Esto podría ser un punto de partida para mejorar esos lamentables índices de accidentalidad y criminalidad relacionados con las motos.
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