La propuesta de Fasecolda de vender la totalidad de las acciones de la Nación en Ecopetrol, (el Estado posee el 88,5%) como ‘fórmula mágica’ para contener el déficit fiscal, es el equivalente a «matar la gallina de los huevos de oro», pensando que de esa manera se capturará todos sus beneficios de un solo tajo. La propuesta tiene además dos defectos fundamentales.
El primero, suponer que el déficit fiscal se resuelve solamente con aumentar el ingreso del Estado, por una sola vez, sin que se hagan por parte del Gobierno ajustes estructurales para resolverlo, ya sea, gastando menos, o aumentando los ingresos corrientes, algo que se logra subiendo impuestos, o con mayor recaudo si se reduce la evasión y elusión que suman más de $ 23 billones anuales. Lo cierto del déficit es que para solucionarlo se requiere mucho más que un ingreso transitorio, como sería la desacertada propuesta de ‘vender Ecopetrol’, porque en ausencia de ajustes estructurales como los mencionados, el hueco volverá y la Nación habrá perdido el activo más importante que tiene, desde el que ha recibido $ 210 billones en los últimos 10 años.
El segundo defecto, es argumentar que vender la participación del 88,5% que tiene la Nación en Ecopetrol, eliminará la dependencia del Estado a los ingresos petroleros. Nada más desacertado que ese argumento. Por un lado, Colombia adoptó desde 2012 la regla fiscal como una medida para ahorrar en las épocas de precios altos del petróleo; y por el otro los ingresos de la renta petrolera están constituidos por los dividendos que entrega Ecopetrol a la Nación, más las regalías, y el impuesto a la renta, que pagan todas las empresas operadoras incluyendo Ecopetrol. Vender la empresa no reconfigura los ingresos fiscales, pero si los deteriora. Además, las exportaciones siguen concentradas en 50% en petróleo y derivados, una situación que no cambia solamente porque la petrolera cambie de manos.
Como la venta de Ecopetrol no resuelve el déficit fiscal, y tampoco soluciona la dependencia a los ingresos petroleros, las conclusiones de la propuesta de venta son erradas e implicarían un desfinanciamiento del Estado que en sus presupuestos si incluye los dividendos recibidos desde Ecopetrol. Sí faltan esos ingresos habría que buscar otra fuente que los reemplace, como otros impuestos o más recaudo.
La propuesta de venta de Fasecolda aboga para que los presuntos ingresos se inviertan en infraestructura —parece un déja vu de Isagen— y por esa vía se apuntale el crecimiento económico y se genere más empleo. Pero no tiene en cuenta que el riesgo de crédito en la infraestructura ha sido enorme, (así lo registra la banca local) frente al riesgo controlado que tiene Ecopetrol, especialmente porque una parte sustancial de sus ingresos provienen de Cenit, la filial de transporte con ingresos fijos en dólares y tarifas fijas reguladas por el Ministerio de Minas y Energía. Insistir en que vender un activo como Ecopetrol para reemplazarlo por activos viales es más rentable, es erróneo, ya hemos visto que de los $ 6,5 billones de la venta de Isagen solo se han invertido $ 476 mil millones en las 4G.
Con relación a la capacidad que tienen las inversiones en infraestructura para jalonar el crecimiento de corto plazo, el DANE reportó que el sector constructor, incluyendo obras civiles, se contrajo 8,2% en el primer trimestre y desde que inició la ejecución del programa 4G la construcción tampoco ha sido un ‘motor de crecimiento’, solamente un ‘factor estabilizador’, lo que demuestra que si los demás sectores no marchan bien, la construcción por sí sola no logra impulsar la economía, y su demanda de empleo es transitoria durante el tiempo de ejecución de las obras.
Por último, la propuesta calcula la valoración de la Empresa entre $ 130 y $ 160 billones con base en el precio del barril de petróleo como único generador de valor, cuando en realidad, por ser una compañía petrolera integrada la valoración debe contemplar la suma de las partes que generar valor, es decir, Cenit (transporte), Reficar (refinación), Propilco (petroquímica), y Ecopetrol exploración y producción.
La buena noticia es que es poco probable que el Presidente Iván Duque, acoja la propuesta, porque en su momento él defendió a Isagen oponiéndose a la venta, cuando el actual Gobierno la promovía, y durante su campaña afirmó proteger el patrimonio público.
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CAMILO DIAZ —el autor de esta columna— es Administrador de Empresas, con estudios en Análisis de Riesgo en la Universidad Complutense de Madrid. Es columnista de la revista Dinero y ha sido Docente de Mercado de Capitales y Banca de Inversión en la Universidad Nacional Sede Manizales y Bogotá.
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