El ejercicio político es complejo en la medida en que se representan intereses, muchos de ellos abiertamente enfrentados, lo que necesariamente lleva a contradicciones, que deberían ser resueltas en ejercicios dialectos donde prime la lógica.
Pero lamentablemente ese ideal no se cumple, la democracia ha perdido mucho de ese ideal deliberativo y se ha convertido más en una confrontación desordenada, donde prima no la búsqueda de la verdad sino la neutralización o eliminación del otro.
Es así como la comunidad enfrenta el peligro de confundir opinión con información, y eso genera un ambiente de incertidumbre y desconcierto.
Es común ver ahora en medios de comunicación noticias con notables sesgos, se reproducen acusaciones como sentencias, se comparten chismes como hechos, se propagan infamias y calumnias como sucesos comprobados.
Lamentablemente la gente vive confundida pues debido a la saturación de información por medios de comunicación tradicionales y modernos, donde a diario son bombardeados por infinidad de asuntos que solo son opiniones pero que son disfrazados como información, donde la veracidad y autenticidad simplemente no existen, y la comunidad se hunde en el desconcierto y crece su desconfianza hacia la política y los políticos.
Lo peor del asunto es que esto cada vez se consolida más gracias a la baja formación crítica y política de la comunidad, el inmediatismo de la gente, la falta de memoria, el interés sensacionalista y amarillista de muchas personas y el vivir el día a día de la población.
A esto se suma que muchos profesionales de la política y las comunicaciones explotan para sus intereses esa confusión de opinión con información, buscando conseguir ganancias electorales a partir del desorden que se causa dentro de la comunidad.
Es indispensable que se hagan esfuerzos para superar esta situación. No es sano ni útil para la comunidad que las opiniones se presentes como hechos, pues es el terreno para que se difundan los chismes y las infamias.
No se puede permitir que una acusación se presente como una sentencia, esa reducción no es solo peligrosa pues se condena sin derecho a la defensa, sino que además se atenta contra la dignidad humana y la legitimidad de las instituciones.
La gente no debe dar como cierta una opinión que se difunde por una red social o un chat, eso no solo es un atentado contra los afectados sino también contra las personas que lo leen y lo creen, pues le dan veracidad a algo que no lo tiene.
Confundir opinión con información es el mayor atentado a la verdad, y el mayor perjudicado es la comunidad misma, que termina fastidiada e incrédula, lo que provoca que el alejamiento de lo público y que sigan las cosas como están.
Es momento que la gente haga política lejos de los chismes y cuentos, para así concentrarnos en lo importante.
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