Por: Jaime Calderón H.
Duele la indolencia de los países con poderío nuclear y con economías petroleras frente a las consecuencias del cambio climático en los países de Latinoamérica y del Sudeste asiático, pues son éstos los más vulnerables ante esta condición generada por un modelo que contamina y consume sin control los recursos del planeta.
Duele aún más nuestra incapacidad para mitigar de mejor manera los desastres que ya sabemos nos vendrán, y el precario sentimiento de solidaridad que solo se expresa de manera coyuntural en los colombianos, y que debiera ser permanente, dadas nuestras incesantes tragedias sociales, políticas, climáticas y hasta culturales.
Tal vez seamos insensibles como fruto de la cronicidad en el encuentro con la desgracia. Nacemos con una naturaleza, pero alguien dijo que la educación y la cultura nos pueden imprimir una segunda naturaleza mejor, más civilizada, más empática, más altruista, para que logremos convivir en una sociedad precavida y previsiva.
Afirmo que gran parte de nuestro atraso como sociedad se lo debemos a nuestros dirigentes, a aquellos que inciden en nuestras mentes con sus discursos pastoriles desde distintas religiones, o a los otros que nos venden esperanzas desde tarimas ideológicas o aun peor, desde consignas políticas promotoras del odio y la venganza para beneficio de sus camarillas.
También cabe responsabilidad a los académicos encriptados en el bienestar de la disquisición, pero incapaces de conectarse con la realidad y aún menos de proponer salidas que nos lleven a dar saltos cualitativos.
¿Pero cómo librarnos los ciudadanos de nuestra propia responsabilidad, cuando somos tan contestatarios, tan superficiales, cuando tan solo repetimos como loros lo que los opinadores con agenda propia nos machacan durante 24 horas todos los días? Leo en un tweet que los desastres no son nuevos, ni naturales, ni aleatorios.
En otro, que el Ideam alerta a 500 de nuestros municipios por lluvias. Y nosotros polarizados, divididos, porque algunos nos venden peleas innecesarias que no solucionan pero sí agravan. Reconozco que en la coyuntura, el gobierno ha sido diligente y que ha habido gestión previa pero insuficiente; sin embargo, la responsabilidad es de todos y permanente.
Unidad y solidaridad con el Putumayo, pero en breve necesitaremos unidad y solidaridad con Colombia entera.