Por: Jaime Calderón Herrera
Somos una sociedad tallada por la violencia que nos ha dejado una impronta de miedos e individualismos. Recuerdo mi visita al museo de la Cruz Roja en Ginebra, donde constaté que nuestro país es el único con intervención continua por parte de dicha entidad , por más de 60 años, indicador irrefutable de nuestra barbarie, record universal.
Esta realidad histórica nos ha hecho egoístas y timoratos, claves para sobrevivir, pero nos ha alejado de la participación y de la acción colectiva, a no ser que se despierte un sentimiento masivo y nos sintamos invisibles dentro de la masa. En general, las últimas expresiones populares han sido la respuesta a hechos coyunturales, sensibilizados cuidadosa y técnicamente por los grandes medios y de la mano con intereses políticos.
Por supuesto que de cuando en vez se dan las excepciones, con expresiones que en forma espontánea o casi, se manifiestan generalmente en contra de algo. Una de estas raras ocasiones fue la pasada protesta de decenas de miles de bumangueses, y en especial jóvenes, preocupados por la suerte de nuestra riqueza hídrica vital del páramo de Santurbán, a mala hora repleto de oro en sus entrañas.
En su momento, sorprendió a los depredadores y al Estado y trajo como consecuencia el congelamiento de algunas decisiones oficiales, que con el tiempo han venido derritiéndose y como el agua han cambiado de forma física pero no de esencia, y por lo mismo el problema amenaza y persiste con toda su magnitud.
Hoy enfrentarlo es más difícil. El factor sorpresa desapareció y la codicia multinacional con su enjambre de nacionales y extranjeros, cuidadosamente preparan el estupro ambiental.
Algunos medios ya no se comprometen con igual entusiasmo en la defensa de la causa, y de manera inexplicable las autoridades dilatan la definición de límites para la explotación minera y la de las cotas del páramo, en tanto, la organización de una movilización se hace más difícil por el enfriamiento de mentes y corazones y el calentamiento de las ilusiones.
Las movilizaciones son efectivas en la medida en que reflejen una actitud persistente y consciente del propósito. Hoy es más difícil que ayer, pero por eso mismo, los bumangueses debemos eliminar nuestra atávica pereza participativa y acudir prestos y enérgicos el próximo 16 de marzo para expresar a los cuatro vientos, que somos un conglomerado humano inteligente y valiente, que no se conforma con ver pasar los lingotes rumbo a cualquier parte, enfermos de ilusiones preludio de la muerte de un ecosistema indispensable para nuestro desarrollo y para nuestras propia existencia.