Por: Jaime Calderón Herrera
Los economistas dicen que el servicio más costoso es aquel que no existe, o que es de mala calidad.
Con tal razonamiento, y ante evidentes fallas en los servicios públicos prestados por el Estado, se promovió e implantó la privatización de ellos, argumentando adicionalmente que el sector privado traería mejor tecnología, más eficiencia y mejor tarifa, además, que la libre competencia entre los privados convertirían el relativo abaratamiento en una tarifa realmente menor.
Veinte años después, puedo afirmar con certeza que otra vez nos engañaron.
Los operadores privados de servicios públicos imponen su ley, abusan de su posición dominante, los prestadores públicos funcionan como los primeros, y el Estado, mediante sus superintendencias, ejerce un control ínfimo y poco efectivo. Las comisiones reguladoras, en muchos casos norman a favor de los operadores, cediendo a la fuerza del cabildeo, y el pobre ciudadano se queda ladrándole a la luna, cuando de reclamar se trata.
Las barreras son inmensas para que un ciudadano le reclame a cualquier operador de telefonía celular, a Movistar, por ejemplo, o a cualquiera de televisión por cable. Gas Oriente impone sus revisiones técnicas con interpretación a conveniencia de la norma, y amarradas a un pago sin discusión ni negociación.
¿Qué correlación existe entre la inversión y el costo de la prestación de los servicios de aseo, con los de acueducto y con los de alcantarillado, para que la tarifa de uno vaya amarrada proporcionalmente a la tarifa de los otros?
Hoy se discute que la aplicación de tecnologías modernas en el manejo de las basuras tiene un costo inalcanzable para nuestro medio y, por tanto, debemos seguir buscando sitio para su disposición, a la manera ineficiente y acostumbrada. Ahora no funciona el argumento de que el servicio más costoso es el ineficiente, pues pareciera que lo que hay es una puja entre políticos con intereses en el negocio de las basuras, y no una intención de proveer a la región de una solución en esa materia.
Otra vez, inermes, engañados y con dirigentes incapaces y quién sabe qué más.