La grotesca expulsión de la columnista Claudia López de El Tiempo, es muy lamentable, pero no debería sorprender a nadie; lo sorprendente es que no la hubieran botado antes de un periódico pseudo independiente, y del cual se decía desde hace años que no era liberal ni conservador, sino gobiernista.
Hace unos meses, en un almuerzo, Francesc Solé, presidente de Editorial Planeta y miembro de la junta directiva de El Tiempo, me preguntó cómo veía el periódico. Sin dudarlo, le respondí que yo leo El Tiempo desde hace 33 años y que nunca lo había visto tan malo. Ante su cara de sorpresa, procedí a explicar mi respuesta con un pequeño ejemplo.
El año pasado, cuando fue arrestado el ex senador Mario Uribe todos los periódicos del mundo (en España, Alemania, Francia, Estados Unidos, Argentina o México) titularon: "Capturado primo de Álvaro Uribe por nexos con paramilitares". En cambio El Tiempo, se limitó a decir: "Ambiente político, al rojo vivo".
Luego hice otras observaciones sobre el periódico, ante lo cual Francesc reconoció que había muchas cosas por corregir y que estaban trabajando en eso. Pero creo que en ese proceso de mejora el episodio con Claudia es un retroceso enorme, pues a la forma tan grosera como la corrieron, se suma el absurdo editorial con el cual el autor, (no sé si Roberto Pombo, Ricardo Ávila, José Obdulio Gaviria o el propio Juan Manuel Santos), pretende justificar la decisión, pero sin ir a la pepa del asunto; y deja sin absolver las inquietudes expuestas por la ex columnista en su artículo.
La arrogante explicación sobre la despedida de la brillante investigadora está plagada de mentiras; empezando por aquella donde dice que "que El Tiempo ha respetado y defendido en forma indeclinable a lo largo de sus casi 100 años de existencia" la libertad de expresión.
No hay nada más falso. ¿Acaso se les olvidó la forma como botaron al columnista Klim? Yo también sufrí en carne propia la censura impuesta por ellos más de una vez. Cuando tenía 23 años y era colaborador de ese periódico, Hernando Santos llegó al extremo de cambiar abusivamente el texto de una caricatura mía y cuando le hice el reclamo me botó.
Si quieren saber qué entienden en El Tiempo por libertad de expresión no es sino preguntar cómo filtran las caricaturas antes de su publicación. O que nos digan por qué publican cartas apócrifas, atribuidas a personas que no las escriben.
Por ese concepto tan original de la libertad de expresión fue que luego de que Álvaro Uribe insultó a Alejandro Santos por televisión, el presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, Enrique Santos, dijo que el Mandatario era un garante del ejercicio del periodismo.
Desde antes de que entrara a la órbita de Planeta, en ese periódico la censura ha sido una práctica cotidiana, porque, como decía su antiguo eslogan, El Tiempo no se detiene.