
Cada día se va haciendo más intenso el debate. Hay muchas evidencias que podrían legitimar dicha hipótesis. Mientras tanto la gente observando el desarrollo de los hechos
En la actualidad política de Colombia, el país se encuentra polarizado entre dos narrativas profundamente opuestas: la del gobierno de Gustavo Petro y la del uribismo, liderado por el expresidente Álvaro Uribe.
Mientras Petro llama a la movilización popular en favor de reformas sociales, sectores opositores denuncian una estrategia de desestabilización.
A la vez, el uribismo convoca a un «estallido democrático«, lo que ha generado reacciones preocupantes en el panorama de seguridad del país.
El discurso de Paz Total
El presidente Gustavo Petro, con su propuesta de «Paz Total«, ha impulsado una estrategia que busca desarticular las organizaciones armadas a través del diálogo y la justicia social.
En este contexto, ha convocado a sectores como los estudiantes, campesinos, indígenas (la minga), el magisterio, centrales obreras y al pueblo en general para respaldar sus reformas.
Estas movilizaciones tienen como propósito ejercer presión sobre el Congreso y la institucionalidad para sacar adelante iniciativas en salud, educación y economía, las cuales han encontrado férrea oposición en los partidos tradicionales.
Ataques en Cúcuta y banderas del ELN
— Esperancita Uribe (@EsperancitaUrib) February 21, 2025
¿Una advertencia o una táctica de desestabilización? pic.twitter.com/9NKKkqxYll
Estallido democrático
Por otro lado, el expresidente Álvaro Uribe, quien ha sido un crítico constante del gobierno de Petro, ha utilizado la figura del «estallido democrático» para contrarrestar la movilización oficialista.
Sin embargo, lo que ha generado preocupación es que en medio de estas manifestaciones aparecen símbolos y panfletos de grupos armados como el ELN y el Clan del Golfo.
Estos hechos han llevado a algunos sectores a cuestionar la naturaleza de esta convocatoria y a preguntarse si detrás de la narrativa uribista se esconde un interés por mantener el estado de confrontación y violencia en Colombia.
Mientras el gobierno de Petro ha logrado avances significativos en su lucha contra el narcotráfico, con récords en incautaciones de droga y un cambio de enfoque en la erradicación, el ELN sigue financiando sus operaciones con el producto del narcotráfico.
El narcotráfico como motor de la guerra
Esta contradicción entre la búsqueda de paz del gobierno y la persistencia de la guerra financiada por el narcotráfico genera dudas sobre los intereses ocultos en la dinámica de violencia que sigue afectando al país.
Además, el uribismo se ha visto golpeado por escándalos de parapolítica y narcotráfico, con un número significativo de miembros del Centro Democrático y Cambio Radical judicializados o en prisión.
Esto ha generado preguntas sobre la coherencia de su discurso de seguridad y lucha contra el crimen organizado, cuando algunos de sus integrantes han estado vinculados con grupos ilegales que han azotado al país durante décadas.
Un punto de gran controversia es la relación entre el uribismo y el ELN. A lo largo de la historia reciente de Colombia, estos dos actores han mantenido una dinámica de confrontación que, lejos de acabar con el grupo guerrillero, parece haberlo fortalecido.
En períodos preelectorales, el ELN intensifica sus actos de terror, generando un clima de zozobra y miedo que suele favorecer las narrativas de seguridad promovidas por el uribismo. Es una simbiosis preocupante: el terror que infunde el ELN crea el escenario perfecto para que el discurso de mano dura del uribismo cobre fuerza.
Las similitudes entre el uribismo más radical y el ELN son demasiadas para ser ignoradas.
Ambos han prosperado en la guerra, uno justificando su existencia con la lucha revolucionaria y el otro con la necesidad de seguridad. Ambos parecen depender de la perpetuación del conflicto para mantener su relevancia política y operativa.
Esto lleva a la gran pregunta:
¿Qué está pasando realmente?
¿Es una simple coincidencia o hay fuerzas en la sombra que buscan mantener a Colombia en un estado de confrontación permanente?
El país necesita respuestas claras y acciones contundentes para desmontar estas dinámicas que solo perpetúan la violencia y el atraso.
La paz solo será posible si se rompen estos círculos viciosos que han beneficiado a quienes encuentran en la guerra una herramienta de poder.
Para leer más noticias de Barrancabermeja y el Magdalena Medio pueden dar click aquí