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El actor más violento de la guerra en Colombia: La Clase Política Tradicional

El mayor error de Petro, tal vez, ha sido no haber logrado una negociación exitosa con estos actores tradicionales, quienes siguen siendo los más violentos, tanto por sus políticas como por su capacidad de bloquear la paz en Colombia. La historia de la violencia política en Colombia es, en gran medida, la historia de la clase política tradicional, y no parece que esa realidad cambie pronto.

La violencia que ha asolado Colombia durante más de seis décadas no solo tiene su origen en los actores armados ilegales, sino también en la clase política tradicional del país, especialmente los partidos de centro y derecha

Esta clase política ha jugado un papel crucial en perpetuar el conflicto, a través de alianzas corruptas, traiciones sistemáticas a los acuerdos de paz y, sobre todo, mediante el uso de la violencia como herramienta para mantener el poder. 

Es por esto que, al analizar la historia reciente del conflicto colombiano, se puede afirmar sin lugar a dudas que el actor más violento de la guerra en Colombia no ha sido otro que esa misma clase política tradicional.

Desde las épocas de Guillermo León Valencia, cuyo gobierno fue clave en la creación y fortalecimiento de las guerrillas, pasando por figuras como Álvaro Uribe Vélez, cuyo mandato estuvo marcado por la seguridad democrática que en realidad fue un sinónimo de muerte y desaparición forzada, hasta los recientes intentos de sabotaje a la Paz Total, la clase política tradicional ha sido uno de los mayores generadores de violencia en Colombia. 

Los nombres y las políticas que han impulsado estos actores son los que, en última instancia, han sido responsables de la tragedia que ha vivido el país.

La creación de las FARC 

Guillermo León Valencia, quien fue presidente de Colombia entre 1962 y 1966, jugó un papel determinante en la creación de las FARC

Durante su mandato, la represión del gobierno contra los sectores populares y los movimientos insurgentes llevó a que muchas de estas organizaciones se constituyeran como una respuesta armada ante la violencia estatal

No obstante, lo que es aún más grave es que la historia de violencia que él empezó con su estrategia represiva continuó alimentándose a través de políticas que nunca buscaron una salida pacífica. 

El fraude electoral que genero violencia 

Carlos Lleras Restrepo (abuelo de German Vargas Lleras), otro de los líderes históricos, también tiene su parte de responsabilidad en la violencia estructural que ha caracterizado a la política colombiana, pues sus políticas neoliberales y su apoyo al orden establecido perpetuaron las condiciones de exclusión y marginación que generaron una violencia cada vez más arraigada.

Y no se puede olvidar la figura de Misael Pastrana, el padre del expresidente Andrés Pastrana, quien fue el beneficiario directo del fraude electoral realizado en las elecciones de 1970, hecho histórico que contribuyó aún más a la violencia y desestabilización política del país. 

El Estatuto de Seguridad de Julio César Turbay

El Estatuto de Seguridad promulgado por el gobierno de Julio César Turbay (abuelo de Miguel Uribe Turbay)  en 1978 fue una de las medidas más represivas en la historia reciente de Colombia, la implementación de este estatuto resultó en una grave violación de los derechos humanos y en un aumento de la violencia estatal.

Turbay otorgó amplios poderes a las fuerzas de seguridad y permitió la detención arbitraria, la suspensión de garantías constitucionales y la restricción de libertades civiles. Esto dio paso a la represión masiva de movimientos sociales y sindicales. 

El gobierno usó el estatuto para justificar abusos de poder, como la tortura, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales.

El exterminio de la UP

Por otro lado, la Unión Patriótica (UP), un partido político nacido de los acuerdos de paz entre el gobierno de Belisario Betancur y las guerrillas, también fue víctima de esta clase política. 

Desde los gobiernos de Virgilio Barco y César Gaviria, la UP fue sistemáticamente atacada por militares y paramilitares, en lo que se conoció como el exterminio de la UP

Miles de militantes fueron asesinados, desplazados y despojados de su derecho a la participación política. Este episodio, aunque no es tan conocido en la historia oficial, demuestra cómo la clase política tradicional fue capaz de utilizar el aparato del Estado y de hacer alianzas con actores ilegales para destruir cualquier intento de paz o reconciliación.

La incompetencia y fracaso de Andres Pastrana 

El fracaso del proceso de paz con las FARC durante el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) también tuvo un impacto devastador. Aunque Pastrana inició un proceso de diálogo con la guerrilla, este fracasó rotundamente y solo dejó como resultado un fortalecimiento de las fuerzas armadas de la guerrilla, el fortalecimiento de los paramilitares y un baño de sangre que causó miles de desplazamientos forzados. 

La estrategia de los paramilitares, aliados con el poder político, aumentó la violencia en las regiones y alimentó un ciclo de desconfianza que sigue vigente hasta hoy.

La seguridad democrática 

El expresidente Álvaro Uribe, tal vez el más violento de todos, es responsable de la famosa «Seguridad Democrática«, que no fue más que un eufemismo para justificar las masacres y las desapariciones forzadas

Durante su gobierno (2002-2010), las fuerzas armadas cometieron miles de asesinatos de civiles, conocidos como «falsos positivos«, en los cuales jóvenes inocentes fueron asesinados y presentados como guerrilleros muertos en combate. 

Este genocidio, que alcanzó más de 6,400 víctimas, es una de las manchas más oscuras en la historia reciente de Colombia. Los pactos con los paramilitares, los cuales tenían un rol crucial en la estrategia de seguridad, fueron la muestra clara de la hipocresía de un gobierno que decía luchar contra la violencia mientras, en realidad, la fomentaba.

Juan Manuel Santos e Ivan Duque 

Aunque Juan Manuel Santos firmó la paz con las FARC, su legado se vio empañado por no cumplir y traicionar sus mismos acuerdos que llevaron a debilitar la confianza en la seriedad del estado colombiano. Finalmente entregó en bandeja de plata el poder nuevamente al violento uribismo que había jurado hacer trizas esos acuerdos. 

Luego siguió la nefasta administración de Iván Duque, quien asumió la presidencia en 2018 con la promesa de deshacer los acuerdos de paz firmados con las FARC durante el gobierno de Juan Manuel Santos. Duque, apadrinado por el expresidente Álvaro Uribe, fue uno de los principales obstáculos para la implementación plena de los acuerdos, lo que a su vez alimentó la desconfianza de los actores insurgentes y la violencia en el país.

El saboteo a la Paz Total 

Hoy en día, la clase política tradicional sigue siendo un actor decisivo en la política del país. Los actuales vástagos de estas familias, como Paloma Valencia, German Vargas , Miguel Uribe Turbay y otros miembros de la élite política, han hecho todo lo posible por deslegitimar y sabotear el proceso de paz liderado por Gustavo Petro

A través de sus medios de comunicación aliados, han lanzado campañas de desinformación y tergiversación para frenar cualquier avance hacia una paz duradera

La paz total de Petro, que busca negociar con todos los actores armados, ha encontrado en estos sectores políticos y mediáticos la mayor resistencia.

El mayor error de Petro, tal vez, ha sido no haber logrado una negociación exitosa con estos actores tradicionales, quienes siguen siendo los más violentos, tanto por sus políticas como por su capacidad de bloquear la paz en Colombia

La historia de la violencia política en Colombia es, en gran medida, la historia de la clase política tradicional, y no parece que esa realidad cambie pronto.

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