
El problema no es nuevo. Durante décadas, las EPS han desviado y malversado los recursos destinados a la atención de los ciudadanos, dejando un sistema endeudado, colapsado y al borde del colapso total.
Esta crisis no es fruto de una coyuntura reciente, sino el resultado de años de corrupción, mala administración y ausencia de controles efectivos.
Los números de EPS liquidadas e intervenidas en anteriores gobiernos son evidencia irrefutable de esta realidad.
Gobiernos de diferentes signos políticos han intentado tomar medidas, pero el problema persiste, dejando a millones de ciudadanos en la incertidumbre respecto a su derecho fundamental a la salud.
El desabastecimiento de medicamentos tampoco es una crisis reciente.
Por años, la falta de insumos esenciales ha afectado a pacientes crónicos, ha dejado sin tratamiento a personas con enfermedades de alto costo y ha cobrado la vida de quienes no pudieron acceder a los fármacos necesarios para su recuperación.
Las deficiencias en la distribución de medicamentos han sido el reflejo de un sistema que prioriza intereses privados por encima del bienestar colectivo.
No es solo una cuestión de falta de recursos, sino de la mala gestión y la corrupción que han marcado la administración de las EPS, muchas de las cuales han sido intervenidas cuando ya era demasiado tarde para los pacientes afectados.
Falta voluntad política en el congreso
Uno de los mayores obstáculos para solucionar esta crisis ha sido la falta de voluntad política dentro del Congreso. Cada intento de reforma estructural para transformar el sistema de salud ha sido bloqueado, saboteado y postergado por legisladores que, en muchos casos, responden a intereses de grupos privados que lucran con la enfermedad y el sufrimiento de los ciudadanos.
No se trata solo de desacuerdos ideológicos, sino de una negativa sistemática a siquiera dialogar sobre los cambios urgentes que se requieren.
La inacción legislativa ha permitido que el sistema se siga deteriorando, perpetuando la crisis y afectando a los ciudadanos que dependen de un sistema de salud digno y funcional.
El papel de los medios de comunicación
A esta problemática se suma el papel de los medios de comunicación y de ciertos sectores de la oposición política, que en lugar de informar con rigurosidad, han optado por distorsionar la realidad para proteger intereses económicos y desviar la atención de los verdaderos responsables del colapso del sistema.
En numerosas ocasiones, han utilizado su poder mediático para generar alarmismo, desinformar y manipular a la opinión pública, construyendo un relato que exonera a las EPS de su responsabilidad en la crisis y coloca toda la carga sobre el gobierno de turno.
Este enfoque parcializado impide que la sociedad comprenda la raíz del problema y, peor aún, dificulta la implementación de soluciones estructurales.
La ciudadanía merece un debate honesto y basado en hechos.
Cualquier político que haga campaña electoral aprovechando la crisis de salud promovida mediáticamente, sin reconocer la corrupción que ha plagado a las EPS y sin plantear soluciones reales, demuestra que no tiene un verdadero interés en resolver el problema.
No se le puede creer a quienes buscan votos a partir de la manipulación y la mentira. Si engañan a la gente durante la campaña, es claro que gobernarían de la misma manera, perpetuando el sistema fallido en lugar de reformarlo.
El país necesita un enfoque serio y comprometido para rescatar el sistema de salud.
Se requiere una reforma integral que elimine la corrupción, garantice el acceso equitativo a los servicios médicos y priorice el bienestar de la población sobre los intereses privados.
Pero esto solo será posible si se enfrentan con valentía los poderes económicos que han controlado la salud durante años y si la ciudadanía exige transparencia y responsabilidad en cada nivel del sistema.
No podemos permitir que la historia se siga repitiendo ni que la salud continúe siendo un negocio para unos pocos a costa de la vida de millones de personas.