
El ocaso periodístico de Daniel Coronell es un hecho que cada vez se hace más evidente en el panorama mediático colombiano. Alguna vez considerado el periodista más informado y punzante del país, su trabajo se caracterizaba por investigaciones profundas, datos precisos y una narrativa incisiva que ponía en jaque a los poderes establecidos.
Sin embargo, hoy su nombre parece estar más ligado a escándalos banales y notas carentes de la seriedad que alguna vez lo distinguieron.
El episodio más reciente que refleja esta decadencia es su intento de convertir un hecho menor en un escándalo de magnitudes nacionales.
La protagonista de su nueva «investigación» es la congresista Mafe Carrascal, una de las figuras más destacadas en los actuales debates legislativos sobre la reforma laboral y de salud.
En un contexto donde la atención debería centrarse en la discusión de estas reformas cruciales, Coronell prefiere enfocar su energía en una denuncia insustancial: el presunto uso de una camioneta oficial para transportar dos cajas y una mesita de planchar.
La fuente de esta «grave» revelación es un ex escolta que, en lugar de cumplir con su función de proteger a la congresista, parece haberse dedicado a vigilarla y documentar sus movimientos con fines poco claros.
La propia Carrascal, visiblemente preocupada, ha cuestionado la naturaleza de este seguimiento:
¿Qué clase de escoltas hacen seguimientos y toman fotos? No sé en manos de quiénes va a terminar información sensible sobre mí, mi familia, mi equipo, mi proyecto político y mis más allegados.
— Mafe Carrascal Rojas (@MafeCarrascal) March 17, 2025
«¿Qué clase de escoltas hacen seguimientos y toman fotos? No sé en manos de quién va a terminar información sensible sobre mí, mi familia, mi equipo, mi proyecto político y mis más allegados».
Su preocupación es válida, pues la exposición de esta información podría poner en riesgo su seguridad y la de quienes la rodean. Sin embargo, a Coronell poco parece importarle esta dimensión del problema.
Detrás de este ataque, es inevitable preguntarse cuáles son las verdaderas intenciones de Coronell.
En un momento en que Mafe Carrascal ha tomado un papel protagónico en el respaldo a reformas que buscan beneficiar a la mayoría de los colombianos, el periodista parece empeñado en desacreditarla y desviar la atención de los temas realmente importantes.
Esta actitud contrasta con su pasado, cuando su pluma servía para desenmascarar corruptos y denunciar abusos de poder.
Hoy, en cambio, sus escritos parecen más bien motivados por la necesidad de congraciarse con ciertos sectores que ven en las reformas una amenaza a sus privilegios.
El desprestigio que Coronell busca infligir sobre Carrascal no es solo un ataque a una congresista, sino también un intento de minar el apoyo popular a las reformas que están en juego.
Estas iniciativas buscan recortar los beneficios desmedidos que reciben ciertos grupos económicos, precisamente aquellos que podrían estar detrás de los intereses que hoy guían al periodista.
Su transformación de investigador riguroso a propagandista de chismes políticos es lamentable, pues no solo afecta su credibilidad, sino que también le resta seriedad al debate público.
La insistencia de Coronell en temas menores y su aparente falta de rigor investigativo se han convertido en el sello de esta nueva etapa de su carrera.
Atrás quedaron las columnas incisivas y los reportajes reveladores; hoy su espacio parece reservado para escándalos superficiales que poco aportan al periodismo y mucho a la agenda de ciertos grupos de poder.
Es triste ver cómo alguien que alguna vez fue un referente del periodismo de investigación ha optado por un camino de irrelevancia y sensacionalismo.
Mafe sigue adelante con su trabajo legislativo
Mientras tanto, Mafe Carrascal sigue adelante con su trabajo legislativo, sin dejarse amedrentar por quienes buscan desacreditarla con artimañas burdas.
En un país donde el periodismo juega un papel crucial en la formación de la opinión pública, es necesario exigir un nivel más alto de responsabilidad y compromiso con la verdad.
Coronell aún está a tiempo de recuperar el rigor y la profundidad que lo caracterizaron en el pasado, pero para ello, debería dejar de lado los chismes y enfocarse en las investigaciones que realmente impactan a la sociedad.
Por ahora, su declive sigue siendo evidente, y su credibilidad sigue en picada. Queda por ver si logrará revertir esta situación o si su legado quedará marcado por esta etapa de periodismo liviano y oportunista.
Lo que es claro es que el país necesita más periodistas comprometidos con la verdad y menos con los intereses de quienes buscan frenar el cambio.