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Jaime Andrés Beltrán llegó a la alcaldía de Bucaramanga promocionándose como el Bukele colombiano, con un discurso de «mano dura» contra la delincuencia, vendiéndose como la alternativa a la inseguridad desbordada que afectaba la ciudad.
Su narrativa populista se apoyó en la confrontación directa con el gobierno de Gustavo Petro, asegurando que no necesitaría de la ayuda del Ejecutivo nacional para garantizar la seguridad de los bumangueses.
Sin embargo, pocos meses después de asumir el cargo, la realidad le ha dado un golpe de frente: ahora se ve obligado a pedir auxilio al mismo gobierno al que prometió hacerle oposición férrea.
El Bukele colombiano salió chimbo
El alcalde Beltrán basó su campaña en la idea de que tenía una «fórmula mágica» para acabar con la delincuencia, una promesa que, como muchas otras de corte populista, se ha demostrado insostenible en la práctica.
Su estrategia inicial, conocida como «Plan Candado«, no ha dado los resultados esperados, y en lugar de asumir su responsabilidad, Beltrán ha optado por culpar al gobierno de Petro, lo que evidencia su falta de gestión efectiva y su incapacidad para manejar el problema de seguridad en la ciudad.
Hace 1 año como nuevo Concejal de Bucaramanga lo advertí… Hoy nos dicen que el Plan Candado no funcionó por culpa de @petrogustavo https://t.co/1FznN7kTuV pic.twitter.com/EpmWp3Rh93
— Diego Lozada – Concejal Bucaramanga (@DiegoALozada) February 11, 2025
El concejal Diego Lozada, hace un año, advirtió que las propuestas de Beltrán no funcionarían.
Lozada señaló que el llamado «Plan Candado» del entonces candidato era una medida simplista y poco efectiva. Hoy, el alcalde enfrenta la dura realidad: su «Plan Candado» ha fracasado, y en lugar de reconocer errores, busca un culpable externo.
Resulta paradójico que, tras insistir en su independencia y capacidad de liderazgo, termine pidiendo ayuda al Gobierno Nacional que tanto ha criticado.
La incoherencia de Beltrán no es un caso aislado.
Sus aliados políticos han sido férreos opositores de las políticas del gobierno de Gustavo Petro, saboteando múltiples iniciativas desde el Congreso y las administraciones locales.
Durante la campaña, vendieron la idea de que ellos eran los únicos capaces de enfrentar los problemas de seguridad sin depender del Gobierno Nacional, pero la realidad ha demostrado que su discurso no era más que retórica electoral sin fundamentos reales.
Ahora, en una evidente muestra de contradicción, los alcaldes de varias ciudades capitales, quienes llegaron al poder con una narrativa similar a la de Beltrán, han firmado una carta dirigida al Gobierno Nacional manifestando su preocupación por la seguridad.
En otras palabras, están reconociendo implícitamente su incapacidad para resolver el problema por cuenta propia.
Lo ocurrido con Beltrán en Bucaramanga es un reflejo de lo que sucede en varias ciudades del país
Candidatos que prometen soluciones inmediatas y mágicas, pero que, al asumir el poder, se dan cuenta de que gobernar va más allá de los discursos altisonantes y los shows mediáticos.
Es fácil pararse con un megáfono, venderse como el Bukele colombiano y gritar consignas; lo difícil es diseñar y ejecutar políticas públicas efectivas que den resultados reales.
Es preocupante que la estrategia de algunos líderes locales haya sido jugar con las expectativas de la ciudadanía, explotando el miedo y la desesperación para obtener votos sin contar con planes serios para resolver los problemas.
Cuando la situación se sale de control, recurren al mismo Gobierno Nacional al que antes criticaban, demostrando su falta de coherencia y su carencia de una visión realista de gobernabilidad.
Lo sucedido con Beltrán debería servir como una lección para los ciudadanos
Es crucial evaluar a los candidatos no solo por sus discursos y promesas, sino por la viabilidad de sus propuestas y su capacidad de gestión. Bucaramanga, al igual que muchas otras ciudades, merece líderes preparados, con planes sólidos y una verdadera capacidad de articulación con las distintas instancias del Estado.
La seguridad no se soluciona con discursos de confrontación ni con medidas improvisadas; requiere estrategias integrales, inversión y cooperación entre todos los niveles de gobierno.
La pregunta ahora es: ¿asumirá el alcalde Jaime Andrés Beltrán su responsabilidad y buscará soluciones reales, o seguirá culpando a otros mientras la inseguridad sigue afectando a Bucaramanga?
Lo que es claro es que el tiempo de las excusas se agota, y los ciudadanos esperan resultados, no más espectáculos políticos.