El reciente incidente diplomático entre Colombia y Estados Unidos, originado por la enérgica reacción del presidente Gustavo Petro al exigir respeto y trato humanitario para los colombianos extraditados, ha dejado al descubierto dinámicas preocupantes en el escenario político nacional.
La respuesta inicial del expresidente Donald Trump, cargada de prepotencia, amenazas y sanciones, marcó un punto álgido en la relación bilateral. Sin embargo, el manejo posterior del gobierno colombiano no solo evitó una escalada, sino que reafirmó la importancia de la dignidad nacional como pilar fundamental en las relaciones internacionales.
Lo interesante de este episodio no radica exclusivamente en la interacción entre ambos mandatarios, sino en las reacciones de ciertos sectores políticos locales, que una vez más dejaron entrever su falta de solidaridad con el gobierno y, por ende, con los intereses del pueblo colombiano.
1. Los deportados no irán en aviones militares, ni custodiados.
— El Necio (@ElNecio_Cuba) January 27, 2025
2. No habrá sanciones a funcionarios colombianos.
3. No habrá subida de aranceles (Farol de Trump sin efecto)
4. Políticos de todo el mundo respaldaron a Petro.
5. EEUU tuvo que pactar.
Valore usted quien domó 🔥
Una visión política estrecha y servil
En lugar de respaldar la postura del presidente Petro, que buscaba un trato justo y humano para los connacionales, optaron por criticarlo con argumentos que priorizan los intereses económicos sobre la dignidad.
Esta actitud revela una visión política estrecha y servil, donde la sumisión a las potencias extranjeras se presenta como la única vía viable, incluso a costa de la autoestima nacional.
Uno de los puntos más cuestionables fue el discurso de algunos políticos, quienes llegaron a justificar las amenazas y desaires de Trump bajo la lógica de «proteger los negocios«.
Este enfoque no solo minimiza la importancia de los derechos humanos, sino que también perpetúa una narrativa de subordinación que ha lastrado a la región durante décadas.
Resulta alarmante que figuras públicas insistan en que cualquier reclamo en defensa de la dignidad de los ciudadanos colombianos pueda considerarse un acto imprudente o perjudicial para las relaciones comerciales, como si el bienestar económico fuera incompatible con el respeto mutuo entre naciones.
Los gobiernos latinoamericanos no pueden aceptar que sus nacionales, que están trabajando irregularmente en Estados Unidos, sean tratados como criminales, capturados en siniestras redadas, encarcelados lejos de sus familias, devueltos a sus países esposados y tratados de forma…
— Ernesto Samper Pizano (@ernestosamperp) January 27, 2025
Superado el incidente, la reacción de algunos políticos locales, como Sergio Fajardo, no pasó desapercibida.
Lejos de celebrar la resolución del conflicto y el logro de una posición diplomática firme pero efectiva, prefirieron adoptar un tono irónico que delataba una evidente envidia hacia Petro.
Comentarios que resaltaban que el presidente «se lució» buscaban minimizar la relevancia de lo alcanzado, al tiempo que reflejaban la incapacidad de ciertos sectores para reconocer el valor de la dignidad como elemento central de la política exterior.
Es particularmente revelador cómo, en un intento por atacar a Petro, estos políticos optaron por equiparar la soberbia y amenazas de Trump con la actitud intrépida y digna del mandatario colombiano.
Este tipo de comparaciones no solo son injustas, sino que también ignoran el trasfondo ético del conflicto: la defensa de los derechos y el respeto hacia los ciudadanos colombianos.
En ese sentido, la postura de estos líderes evidencia un desprecio por los valores fundamentales que deben guiar la acción política, priorizando el oportunismo y los intereses personales sobre los colectivos.
Un aspecto especialmente preocupante es la postura de sumisión que estos políticos adoptan ante un socio comercial tan influyente como el gobierno estadounidense.
La falta de disposición para exigir un trato digno refleja una profunda inseguridad y una visión limitada de la capacidad de Colombia para negociar en igualdad de condiciones.
La insistencia en que «con Biden no se pidió dignidad» para justificar una actitud resignada frente a Trump subraya la incapacidad de estos líderes para concebir un modelo de política exterior que combine firmeza y pragmatismo.
Este episodio ha dejado en evidencia una pregunta que muchos ciudadanos se hacen:
¿Cómo pueden aspirar estos políticos, carentes de dignidad y dispuestos a arrodillarse ante el abuso, a representar a Colombia de manera efectiva en la escena internacional?
La respuesta, tristemente, parece ser que no están preparados. Mientras la dignidad siga siendo vista como una moneda de cambio y no como un principio innegociable, Colombia enfrentará dificultades para avanzar hacia una posición de respeto y equidad en sus relaciones con el resto del mundo.
La supuesta preocupación de los detractores del gobierno de Gustavo Petro por una posible pérdida de exportaciones colombianas hacia Estados Unidos resulta profundamente hipócrita.
Durante años, mientras estos sectores ostentaban el poder, nunca mostraron un interés genuino en fortalecer nuestras exportaciones ni en diversificar la economía. Por el contrario, sometieron al país a tratados de libre comercio (TLC) desventajosos que consolidaron las desigualdades comerciales y restringieron las oportunidades de crecimiento para sectores estratégicos de la economía colombiana.
Estos mismos políticos, que ahora claman defender las exportaciones, promovieron acuerdos que beneficiaron desproporcionadamente a las grandes potencias, sacrificando la competitividad de los productores nacionales. Las restricciones impuestas por dichos tratados, junto con la falta de inversión en infraestructura, tecnología y apoyo a los pequeños y medianos empresarios, demostraron que la prioridad nunca fue fortalecer al país, sino servir a intereses externos.
La ONU recuerda que los migrantes deportados que son introducidos en vuelos de repatriación hacia sus países de origen "deben ver respetada su dignidad y sus derechos".https://t.co/x3GuhZCKyn
— EFE Noticias (@EFEnoticias) January 27, 2025
Además, en nombre del «libre comercio«, entregaron sectores clave de la economía a multinacionales, debilitando la soberanía económica de Colombia.
Estrategia oportunista disfrazada de patriotismo
Hoy, sus críticas hacia el gobierno de Petro no surgen de un interés real por el bienestar del país, sino del temor a perder su capacidad de manipular la política económica en beneficio propio. Su «preocupación» es, en realidad, una estrategia oportunista disfrazada de patriotismo.
Finalmente, el incidente diplomático entre Colombia y Estados Unidos ha sido un espejo que refleja tanto los aciertos como las falencias de la política colombiana.
La actitud de Petro, aunque intrépida, mostró que es posible defender los intereses nacionales con dignidad y firmeza. En contraste, las reacciones de ciertos políticos opositores revelaron una lamentable falta de compromiso con esos mismos valores, dejando en claro que el camino hacia una política exterior basada en el respeto y la equidad todavía enfrenta numerosos desafíos internos.
Para leer más noticias de Barrancabermeja y el Magdalena Medio pueden dar click aquí