El negacionismo en su forma más aberrante y delirante se manifiesta a través de declaraciones que no solo carecen de empatía, sino que también buscan desvirtuar la realidad para ajustarla a una narrativa conveniente.
Un ejemplo reciente de esto es el comentario hecho por Néstor Morales, director de Blu Radio, quien insinuó que los cuerpos encontrados en La Escombrera, en la Comuna 13 de Medellín, podrían haber sido enterrados allí por sus propios familiares.
Esta declaración no solo es insensible, sino que también evidencia una desconexión profunda con la realidad y la tragedia humana que representa.
Canallas asquerosos y Néstor Morales pic.twitter.com/mJ8HfOr1tI
— Juan David Pedraza L (@juanda158392211) January 15, 2025
La pregunta de Morales, «¿Usted podría jurar, asegurar que esas personas encontradas en la escombrera no fueron enterradas ahí por sus familiares?», no solo es una muestra de negacionismo, sino también de una lógica absurda que ignora el contexto histórico y social de la violencia en Colombia.
La idea de que familias llevarían a sus seres queridos a un basurero para enterrarlos, supuestamente para ahorrar costos, es tan grotesca como ofensiva.
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Este tipo de afirmaciones revelan un desprecio por la dignidad humana y una falta de comprensión de las dinámicas de conflicto y violencia que han afectado a la Comuna 13 y muchas otras regiones del país.
En términos de periodismo, este tipo de declaraciones no solo son irresponsables sino que también desacreditan la profesión.
El periodismo debería ser un faro de verdad, claridad y justicia, no un vehículo para la propaganda o la justificación de atrocidades.
Morales, con su comentario, no solo demuestra su falta de sensibilidad hacia las víctimas y sus familias, sino que también pone en evidencia un uso manipulador de la información que busca desviar la atención de los verdaderos problemas: la impunidad, la violencia estatal, y la falta de justicia para las víctimas.
Lo que dijo el individuo ese Morales en @BluRadioCo sobre #LaEscombrera reitera lo que él es: un arribista, clasista, racista, misógino, matoneador, imbécil, inculto, vil, bribón, miserable, malnacido, sinvergüenza y cuñado de Iván Duque.#LasCuchasTeníanRazón
— Doña Ligia 🇨🇴🇵🇸🇱🇧 (@ligia281243) January 15, 2025
La lista de adjetivos que se le atribuyen a Morales – arribista, clasista, racista, misógino, matoneador, imbécil, inculto, vil, bribón, miserable, malnacido, sinvergüenza y cuñado de Iván Duque – no son gratuitos.
Cada uno de ellos se ha ganado por sus acciones y palabras que reflejan una actitud de desprecio hacia sectores vulnerables de la sociedad, especialmente en momentos donde se debe exigir un compromiso con la verdad y la justicia.
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Este tipo de negacionismo no solo perpetúa una narrativa que busca eximir a ciertos actores de su responsabilidad en los crímenes cometidos, sino que también contribuye a una cultura de impunidad donde las víctimas son re victimizadas por quienes deberían ser sus defensores.
La afirmación de Morales, si se deja sin crítica, alimenta la idea de que las víctimas son cómplices de su propia tragedia, una noción que es tanto moral como factualmente errónea.
El negacionismo de Néstor Morales en este caso es un claro ejemplo de cómo el delirio y la aberración pueden infiltrarse en el discurso público, manipulando la percepción de la realidad para ajustarla a intereses particulares o a una visión del mundo que niega el sufrimiento ajeno.
Este tipo de periodismo no solo debe ser cuestionado, sino que también debe ser confrontado con la verdad y la memoria de las víctimas, para que no se pierda de vista la lucha por la justicia y la dignidad humana.