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La incoherencia de los auto-denominados “independientes”

La incoherencia de los congresistas “independientes” pone de manifiesto la distancia entre su discurso y sus acciones. - Al enfocarse en leyes superficiales y evitar enfrentar reformas estructurales, estos líderes parecen más preocupados por mantener una imagen políticamente correcta que por impulsar cambios significativos para el país.

La incoherencia de los congresistas, que se autodenominan independientes, resulta evidente en sus posturas y acciones dentro del Congreso de la República. 

Mientras su retórica se centra en promover el cambio y abogar por una política más justa y sostenible, sus decisiones y discursos reflejan una desconexión con las verdaderas necesidades de los ciudadanos y, en muchos casos, una contradicción con los principios que dicen defender.

Un caso emblemático es la reciente aprobación de una ley contra el ruido, que miembros de esa bancada han celebrado como un gran logro legislativo. 

Sin embargo, esta norma ha sido calificada por diversos sectores como cosmética e ineficaz, dado que no aborda de manera estructural los problemas que afectan a las comunidades. 

Independientes respaldan el metro elevado 

Mientras las congresistas promueven esta iniciativa, respaldan también la construcción de un Metro Elevado en Bogotá, un proyecto que generará un impacto significativo en el paisaje urbano, la tranquilidad y los niveles de ruido para los habitantes que viven a lo largo de su ruta. 

Esta contradicción entre abogar por la reducción del ruido y apoyar un proyecto que exacerbará esta problemática pone en entredicho su coherencia política.

Además, miembros de esta bancada se han mostrado reacios a respaldar reformas estructurales que podrían traer cambios reales y necesarios al país. 

Un ejemplo claro es su oposición a eliminar la intermediación financiera de las Entidades Promotoras de Salud (EPS), instituciones ampliamente criticadas por su corrupción y por priorizar las ganancias por encima de la salud de los colombianos. 

En lugar de apoyar medidas que busquen devolverle al sistema de salud su carácter público y accesible, estos congresistas parecen preferir soluciones parciales que no resuelven los problemas de fondo.

De manera similar, su actitud frente a otras reformas fundamentales también ha sido cuestionada. 

Se han mostrado ambiguos o incluso cómplices frente a la necesidad de restructurar entidades como el Incomex, conocido por sus prácticas agiotistas y usureras que afectan a los estudiantes. Esta falta de voluntad para abordar problemas económicos estructurales deja en evidencia que las prioridades de estos congresistas no siempre están alineadas con el bienestar de los sectores más vulnerables.

Por otro lado, su defensa de los Fondos Privados de Pensiones también genera controversia. 

Estos fondos han sido criticados por beneficiar principalmente a grandes grupos financieros, dejando desprotegidos a millones de trabajadores que, tras años de cotizaciones, reciben pensiones insuficientes. A pesar de ello, la bancada independiente ha adoptado una postura que parece favorecer a estas entidades, en lugar de promover un sistema de pensiones público y solidario que garantice la seguridad social para todos.

La situación se agrava con su postura frente a la economía extractiva, un modelo que ha causado estragos ambientales y sociales en el país. 

Mientras denuncian problemas puntuales, parecen ignorar el impacto devastador que la extracción descontrolada de recursos naturales tiene sobre las comunidades rurales y el medio ambiente. 

Esta falta de coherencia también se refleja en su actitud frente a la corrupción, especialmente cuando se trata del uribismo. Aunque han sido críticos en algunos casos, en otros han mostrado una preocupante complacencia, lo que genera dudas sobre su verdadera posición frente a este flagelo.

No hablan, gritan 

Finalmente, su estilo de comunicación también ha sido objeto de críticas. En lugar de fomentar el diálogo y el consenso, miembros de esa bancada como Juvinao y Miranda, entre otros suelen recurrir a gritos y confrontaciones, lo que contribuye a polarizar aún más el debate político en un país ya profundamente dividido. 

Este enfoque no solo resulta improductivo, sino que también refuerza la percepción de que su participación en el Congreso está más orientada a generar espectáculo que a buscar soluciones reales para los problemas de los colombianos.

La incoherencia de los congresistas “independientes” pone de manifiesto la distancia entre su discurso y sus acciones. 

Al enfocarse en leyes superficiales y evitar enfrentar reformas estructurales, estos líderes parecen más preocupados por mantener una imagen políticamente correcta que por impulsar cambios significativos para el país. 

Este tipo de actitudes no solo debilitan la confianza ciudadana en la clase política, sino que también perpetúan los problemas que impiden el desarrollo de una Colombia más equitativa y justa.


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