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La lucha invisible y simbólica que enfrentan las mujeres en los regímenes talibanes

Su lucha, aunque menos visible, es constante y multifacética, abarcando desde la resistencia silenciosa hasta el activismo digital. Para que estas luchas trasciendan, es crucial un apoyo internacional sostenido y una mayor visibilización de sus esfuerzos

La situación de discriminación que enfrentan las mujeres en regímenes autoritarios como el de los talibanes en Afganistán es un tema complejo que implica factores históricos, culturales, sociales y políticos. 

La aparente escasa reacción bélica o clandestina de las mujeres en estos contextos, así como la limitada repercusión internacional de sus luchas, puede explicarse a partir de varios aspectos interrelacionados.

Factores culturales y sociales

En sociedades profundamente patriarcales como las dominadas por regímenes talibanes, las mujeres han sido históricamente relegadas a roles domésticos y subordinados. 

Estas estructuras no solo restringen su acceso a recursos básicos como educación y empleo, sino que también limitan su participación en actividades políticas o militares. 

La violencia de género institucionalizada y las sanciones sociales y religiosas disuaden cualquier intento de resistencia abierta.

Además, los sistemas autoritarios fomentan narrativas que refuerzan la pasividad femenina como un ideal virtuoso, perpetuando la idea de que las mujeres deben aceptar su situación en lugar de desafiarla. 

Esto no significa que las mujeres no luchen, sino que sus formas de resistencia tienden a ser menos visibles, como la educación clandestina, las redes de apoyo comunitario y el activismo pacífico.

Restricciones prácticas y represalias

En regímenes como el talibán, el acceso de las mujeres a armas, recursos logísticos y entrenamiento militar es prácticamente inexistente. 

Estos elementos son esenciales para organizar una resistencia armada. Incluso si lograran adquirir estas herramientas, las represalias serían inmediatas y brutales, no solo contra las mujeres involucradas, sino también contra sus familias y comunidades.

El nivel de vigilancia y control estatal también dificulta cualquier intento de movilización clandestina. Las redes de comunicación suelen estar intervenidas, y cualquier indicio de disidencia puede ser castigado con detenciones, tortura o ejecución. Estas amenazas generan un clima de miedo que paraliza la organización efectiva de movimientos bélicos.

La lucha invisible y simbólica

Aunque la resistencia armada no sea prominente, las mujeres afganas y de otras sociedades autoritarias han llevado a cabo formas de resistencia menos visibles pero igualmente significativas. 

En Afganistán, por ejemplo, las mujeres han arriesgado sus vidas para continuar educando a niñas en secreto, han protestado en las calles y han utilizado plataformas digitales para amplificar sus voces. Estas acciones, aunque no sean bélicas, demuestran una valentía extraordinaria y un deseo profundo de cambio.

Sin embargo, estas formas de resistencia suelen ser subestimadas por no ajustarse al imaginario occidental de la lucha por la libertad, que a menudo privilegia la confrontación armada como símbolo de resistencia.

Falta de apoyo internacional y complicidad

La lucha de las mujeres en contextos autoritarios no siempre recibe el apoyo internacional que necesita. Aunque hay solidaridad en redes sociales y ocasionales manifestaciones globales, el interés mediático es efímero y suele diluirse rápidamente. 

Esta falta de apoyo sostenido puede deberse a razones geopolíticas: los países poderosos a menudo priorizan sus intereses estratégicos sobre los derechos humanos, lo que deja a las mujeres atrapadas en sistemas opresivos sin aliados externos fuertes.

Por otro lado, el silencio de muchas mujeres influyentes a nivel mundial podría explicarse por el temor a represalias políticas o económicas. 

La defensa activa de las mujeres en Afganistán y otros países puede implicar enfrentarse a regímenes o intereses internacionales complejos, algo que no todas están dispuestas a hacer.

Perspectivas históricas y de género

Históricamente, las luchas armadas han sido dominadas por hombres, en parte porque las mujeres han sido socializadas para evitar el uso de la violencia como herramienta política. 

Aunque hay ejemplos de mujeres guerrilleras en movimientos de liberación, estas son excepciones y no la norma. Esta desigualdad de género también influye en la percepción de lo que constituye una lucha válida o heroica.

El impacto de la represión talibana

Finalmente, la brutalidad de los talibanes contra cualquier forma de disidencia dificulta enormemente la posibilidad de resistencia armada. Las mujeres enfrentan no sólo la represión del Estado, sino también barreras culturales dentro de sus propias comunidades que a menudo minimizan o invalidan sus esfuerzos de lucha.

La aparente ausencia de resistencia bélica por parte de las mujeres en regímenes autoritarios como el talibán no debe interpretarse como pasividad, sino como una consecuencia de barreras estructurales y culturales profundamente enraizadas. 

Su lucha, aunque menos visible, es constante y multifacética, abarcando desde la resistencia silenciosa hasta el activismo digital. Para que estas luchas trasciendan, es crucial un apoyo internacional sostenido y una mayor visibilización de sus esfuerzos, reconociendo que la resistencia puede tomar muchas formas más allá de la violencia armada.


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