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Acoso a Susana Boreal es injusto y refleja estrategia para desviar la atención de las verdaderas problemáticas de la educación

El acoso mediático contra Susana Boreal no solo es injusto, sino que refleja una estrategia sistemática para desviar la atención de las verdaderas problemáticas estructurales de la educación en Colombia. Más que desacreditarla, este episodio debería motivar una discusión nacional sobre las deficiencias del sistema educativo y la necesidad de repensar su rol en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

El reciente episodio de acoso mediático contra la congresista Susana Boreal pone de manifiesto las profundas dinámicas de poder en Colombia y el papel que los medios de comunicación tradicionales juegan en ellas. 

La frase de Boreal, “Obligar a un niño a asistir al colegio a mí me parece que es una forma también de violencia y una forma evidente de adoctrinamiento”, ha sido descontextualizada y utilizada como arma para desacreditarla, ignorando el debate de fondo que sus palabras buscaban suscitar.

Susana Boreal ha sido objeto de una campaña de ataques orquestada por sectores mediáticos y políticos que históricamente han monopolizado el poder en Colombia. 

Estas fuerzas, que han tenido un rol preponderante en mantener la desigualdad, la corrupción y el atraso educativo del país, parecen sentirse amenazadas por voces disruptivas como la de Boreal

Es evidente que su comentario, más que una declaración aislada, buscaba abrir una discusión sobre las formas en que el sistema educativo puede perpetuar estructuras opresivas y no necesariamente responder a las necesidades reales de los niños y las niñas.

En lugar de abordar el debate desde una perspectiva crítica y constructiva, los medios han optado por simplificar y tergiversar el mensaje. 

Esta estrategia no es nueva. 

En Colombia, los medios tradicionales han actuado históricamente como aliados de la derecha política, aquella que en las últimas décadas ha demostrado su incapacidad para resolver las problemáticas estructurales de la educación. 

Este sector político, al que Boreal ha desafiado con su discurso, ha promovido un modelo educativo excluyente, precario y profundamente desigual, que ha condenado a millones de niños a condiciones de marginación social y económica.

Es importante analizar el contexto de las palabras de la congresista para entender su trasfondo

Boreal no propone, como han insinuado sus detractores, que los niños no reciban educación. Más bien, su comentario invita a reflexionar sobre la obligatoriedad y la estructura rígida de un sistema educativo que, lejos de ser un espacio de aprendizaje y desarrollo integral, muchas veces se convierte en un mecanismo de control social. 

Este sistema, que debería empoderar a las nuevas generaciones, frecuentemente perpetúa un modelo que premia la obediencia y castiga el pensamiento crítico.

El adoctrinamiento al que aludió Boreal no es un tema menor. 

La educación formal en Colombia ha sido utilizada como una herramienta para imponer narrativas hegemónicas, despojando a los estudiantes de la posibilidad de cuestionar y transformar su realidad. 

En lugar de fomentar ciudadanos críticos y conscientes, el sistema educativo reproduce las dinámicas de poder y desigualdad que benefician a una élite. En este sentido, las palabras de Boreal resuenan como una denuncia válida y necesaria frente a una problemática que muchos prefieren ignorar.

La reacción desproporcionada de los medios y sus aliados políticos pone en evidencia un intento de silenciar a quienes se atreven a cuestionar el statu quo

El acoso mediático no solo busca desacreditar a Boreal como figura pública, sino también deslegitimar las voces emergentes que representan un cambio generacional y un enfoque alternativo frente a las problemáticas sociales del país. 

En lugar de fomentar un debate público informado, los medios optan por estrategias de desprestigio que perpetúan una narrativa única y excluyente.

Los que critican a Susana nunca pudieron resolver los problemas de la educación

Por otro lado, resulta paradójico que los mismos sectores que hoy critican a Susana Boreal por su comentario han tenido en sus manos, durante décadas, la responsabilidad de mejorar el sistema educativo colombiano y han fracasado rotundamente. 

En 30 años, no han logrado cerrar las brechas de acceso a la educación, garantizar condiciones dignas para estudiantes y profesores, ni modernizar un modelo educativo que se quedó atrapado en el pasado. 

Estos mismos sectores han utilizado los recursos destinados a la educación para enriquecer sus bolsillos, dejando a millones de niños sin oportunidades reales de desarrollo.

El acoso mediático contra Susana Boreal no solo es injusto, sino que refleja una estrategia sistemática para desviar la atención de las verdaderas problemáticas estructurales de la educación en Colombia. Más que desacreditarla, este episodio debería motivar una discusión nacional sobre las deficiencias del sistema educativo y la necesidad de repensar su rol en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. 

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El ataque a Boreal no es solo un ataque a una congresista, sino a la posibilidad de un cambio real en el país.

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