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Mal dia para meter las manos por Caracol TV

La muestra de un video crudo y violento en horario prime, editado para desviar una investigación, es una práctica periodística abominable. Es una violación de los principios éticos del periodismo, un acto de crueldad hacia las víctimas y sus familias, y una grave obstrucción a la justicia.

El periodismo, en su esencia más pura, es un pilar fundamental de la democracia. Tiene la responsabilidad de informar, educar y, en muchos casos, de actuar como un contrapeso a los abusos de poder.

Sin embargo, cuando este noble oficio se desvía de sus principios éticos y profesionales, se convierte en una herramienta peligrosa y destructiva. 

Un ejemplo extremo de esta degeneración se vio esta semana cuando en una “investigación” Caracol TV decide, con una frialdad alarmante, mostrar un video en horario prime con un alto grado de crudeza, editándolo para manipular la percepción pública y desviar la investigación de un crimen.

Este tipo de periodismo sensacionalista y amarillista no solo traiciona los principios básicos del oficio, sino que también representa una violación flagrante de la dignidad humana. 

Mostrar un asesinato en horario estelar, bajo la excusa de que es parte de una investigación, es una táctica deplorable que no tiene justificación alguna. 

Se trata de un acto que no solo revictimiza a la persona fallecida, sino que también inflige un dolor inmenso e innecesario a sus seres queridos, quienes deben enfrentarse a la exposición pública del momento más trágico e íntimo de sus vidas.

Además, la decisión de editar el video con el fin de manipular la narrativa y desviar la investigación de un crimen es, sin lugar a dudas, una falta ética monumental. 

Este tipo de conducta no sólo desinforma al público, sino que también obstruye la justicia. 

Al presentar una versión distorsionada de los hechos, los medios de comunicación se convierten en cómplices de la impunidad, ya que su objetivo no es la búsqueda de la verdad, sino la creación de un espectáculo que mantenga a la audiencia pegada a la pantalla.

Es alarmante que en lugar de cumplir con su deber de investigar y presentar los hechos de manera imparcial y veraz, algunos periodistas y editores opten por la vía fácil del morbo y el sensacionalismo. 

En vez de actuar como guardianes de la verdad, se transforman en manipuladores de la realidad, utilizando el dolor ajeno como moneda de cambio para obtener rating. 

Este enfoque no solo es irresponsable, sino que también es profundamente inmoral. 

Los medios de comunicación tienen el poder de moldear la opinión pública y, con ello, una enorme responsabilidad en sus manos. Cuando abusan de este poder, traicionan la confianza del público y socavan los fundamentos mismos de una sociedad informada y justa.

El hecho de que un medio de comunicación decida no investigar adecuadamente un caso, pero aún así tenga la osadía de presentarlo como parte de una investigación, es el colmo del cinismo. 

Esto revela una profunda falta de respeto por la verdad y una preocupante indiferencia hacia las consecuencias de sus acciones. 

En lugar de contribuir al esclarecimiento de un crimen, este tipo de cobertura solo sirve para confundir, manipular y, en última instancia, proteger a los culpables.

Este tipo de periodismo es, en esencia, una traición a la profesión. 

En lugar de ser un faro de luz en la oscuridad, se convierte en un obstáculo para la justicia y en un instrumento de desinformación. La sociedad no puede permitir que este tipo de prácticas se normalicen. Es fundamental que tanto el público como las instituciones responsables exijan un periodismo ético, comprometido con la verdad y el bienestar de la sociedad.

La muestra de un video crudo y violento en horario prime, editado para desviar una investigación, es una práctica periodística abominable. Es una violación de los principios éticos del periodismo, un acto de crueldad hacia las víctimas y sus familias, y una grave obstrucción a la justicia. 

Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de informar con veracidad y ética, y cuando fallan en este deber, traicionan no solo a su audiencia, sino a la sociedad en su conjunto.


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