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Segunda parte del gentilicio barranqueño – Por: Eduardo Torres Duarte

Eduardo Torres Duarte, Barrancabermeja, julio 29 de 2024 a propósito de la muerte de don Juan Madera, el creador de la música de nuestra cumbia La Pollera Colorá

Segunda parte del gentilicio barranqueño - Por: Eduardo Torres Duarte

Identidad es una construcción colectiva que se mide en tiempo y espacio y no por una sola persona, sea alcalde, cura, comerciante, que aisladamente  se le va  ocurriendo como un acto de iluminación o de mesianismo, decretar que seremos » barramejos» como lo expresó el doctor Pinilla en la edición  797   del 9 de septiembre de 1997 de la revista Semana.

Un clásico de la construcción colectiva de identidad como barranqueño es la cumbia la Pollera Colorá, producto de la  fusión de todos los componentes histórico-culturales que culminaron en esa magistral y perfecta obra de arte  como es nuestra cumbia, y de este sitio trascendió a la inmortalidad. 

Pero ella no comenzó aquí, comenzó en varios pueblos de la costa Caribe, en Sincé Sucre donde nació el clarinetista  Juan Bautista Madera Castro, en Corozal Sucre de donde era Pedro Salcedo y formador de su orquesta, en Plato, Magdalena, municipio donde nació  el cantante de música tropical Wilson Choperena.   

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Salcedo recluta a Juan Madera y a Choperena  para su orquesta y todos convergen en Barrancabermeja en 1960 y cuyo lugar de toque musical era el Bar Hawái en el muelle. 

Aparece en escena la bailadora de cumbia Mirna Pineda que inspira a Madera a componer la música, a Choperena la letra y a Salcedo, los arreglos con su orquesta, la titulan » la morena maravillosa» , viajan en 1961 a grabar con el sello Tropical a Barranquilla, su dueño Emilio Fortou no le gusta el nombre de «la morena maravillosa» y  lo cambia por «La Pollera Colorá«, lo graban en un disco de 78 revoluciones por minuto y el resto es historia.

Fíjense como es el hilo conductor de la construcción colectiva de la Pollera Colorá, desde el nacimiento del ritmo musical llamado cumbia producto del crisol sonoro de negros e indios en la costa atlántica, y todos sus elementos históricos culturales que se van conectando con músicos y que finalmente se encuentran y trepan a Barrancabermeja por el río Magdalena, río que es eje fundamental generador de nuestra identidad como barranqueño.

El creacionismo dejenselo a la Biblia. 

Aquí lo que hay y lo repito es una construcción colectiva de la historia de la sociedad barranqueña principalmente desde el río Magdalena, desde los caminos de herradura que construyó  de Zapatoca y San Vicente a  Barrancabermeja el alemán Lengerke  a mediados del siglo XIX, desde la llegada de la Tropical Oil Company, más conocida como la Troco por el río en 1916.

Desde los coteros que cargaban y descargaban los vapores que atracaban en el incipiente muelle, desde las putas que llegaban a buscar trabajo en los lenocinios de la calle La Campana para cubrir las necesidades primarias de los trabajadores petroleros en las artes sexuales después de jornadas esclavizantes de trabajo obrero, desde su creación como municipio en 1922 y su acelerado y desordenado crecimiento urbano y poblacional producto del aumento exponencial de la actividad petrolera, desde la llegada de los inmigrantes  sirio-libaneses con pasaportes turcos para engrandecer el comercio local. 

Aquí en el día a día durante 60 años se construyó nuestro vocablo barranqueño que se fue arraigando en el imaginario colectivo convirtiéndose en un sello genético que se fue transmitiendo de generación en generación. 

Si lo que quería Elmer Pinilla era cambiar el gentilicio barranqueño. 

¿Por qué no facilitó un consenso entre sus pobladores? 

¿Por qué  no le consultó a docentes y estudiantes de los  colegios que existían en Barrancabermeja, el Diego Hernández de Gallego que funcionaba en el barrio Pueblo Nuevo, el Técnico de Comercio en la Central Integrada, el San José de Ulpiano Díaz, el seminario San Pedro Claver, el Colegio Industrial, a los trabajadores de Ecopetrol a través de la Unión Sindical Obrera, al Concejo Municipal y a su alcalde, a la iglesia católica a través de su jerarca monseñor Bernardo Arango Henao, a los miembros de los clubes sociales que ya existían como Cardales, Comercio o Leones?

¿Dónde quedaron nuestras comunidades cuando una sola persona  trató de cambiar nuestro gentilicio barranqueño?

Acaso el ser intelectual le da a uno el derecho a imponer criterios semánticos sobre lo que según el doctor Pinilla era más fonético decir «barramejo que barranqueño, porque la primera sintetiza dos palabras Barranca y Bermeja en una sola,  que   estética y fonéticamente es  impronunciable y porque con ello dizque nos diferenciaremos de las otras Barrancas que existían en Colombia

Por fortuna son pocos los que continúan con ese espurio gentilicio. Creo que hay que leer toda la historia barranqueña que está escrita en por lo menos 60 libros y con ello reconocer nuestro acervo de identidad barranqueña.

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Eduardo Torres Duarte, Barrancabermeja, julio 29 de 2024 a propósito de la muerte de don Juan Madera, el creador de la música de nuestra cumbia La Pollera Colorá


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