«Oh, entonces… ¿Va a morir?». Esa fue la pregunta que los fans del mundo hicieron el 7 de noviembre de 1991, cuando Magic Johnson anunció que padecía HIV. Fue la conferencia de prensa deportiva más tensa de la historia. Y significó un antes y un después para todos.
Fotógrafos, reporteros, cámaras. Magic subió al estrado y regaló, antes que nada, su sonrisa a los presentes. Colocó su mano derecha en la frente para observar el panorama completo y alcanzó a decir: «Wow».
«Debido al virus HIV que padezco, debo retirarme hoy mismo de los Lakers», dijo la leyenda angelina.
Los rumores que circulaban minutos antes en los pasillos del estadio eran ciertos: Magic no solo dejaba el juego sino que tenía los días de vida contados.
Magic tenía 30 años cuando Cookie Kelly, su futura mujer, se mudó a Los Ángeles para darle una nueva chance a la relación de pareja. Para aquel entonces, Magic ya era ícono de Hollywood y había conquistado cinco títulos de campeonato y tres premios a jugador MVP.
Eran tiempos de liberación, de descontrol, en los que abundaban, sin prejuicios, drogas y sexo fáciles. La enfermedad del SIDA era una completa incógnita, pero había una máxima que nadie objetaba: era una epidemia de los «otros». Una infección que sólo aquejaba a los gays.
Los primeros casos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) se detectaron a comienzos de los años 80 y fue recién en 1987 cuando, en Estados Unidos, se aprobó la zidovudina (AZT) para tratar con pacientes como antirretroviral.
Fue esa droga la que utilizó Magic cuando le detectaron el virus. «Me mareaba al principio y necesité unos meses para que mi cuerpo la tolere». A partir de 1996, se aprobó el coctel de antirretrovirales y los seropositivos pasaron a experimentar el HIV como enfermedad crónica.
Volvamos un poco el tiempo atrás:
Magic contrajo matrimonio con Cookie el 14 de septiembre de 1991 y decidió pasar su luna de miel en París. «Cookie me ayuda a soportar toda la presión que tengo encima a diario», dijo Johnson sobre su flamante mujer.
Su equipo de Lakers estaba jugando el McDonald’s Open en la misma ciudad, por lo que el base alternaba pases mágicos dentro de la cancha con paseos por el Sena. Sin demasiado esfuerzo, terminó siendo MVP de aquel contacto de culturas entre el básquet estadounidense y el europeo.
Y pese a lo que significaba la presencia de estos genios en esas tierras, los diarios franceses hicieron caso omiso a la importancia del hecho único: pusieron siempre el Mundial de Rugby en primer lugar.
El básquetbol aún no tenía la dimensión global que recibiría años más tarde.
A su regreso de Francia, los Lakers debían jugar un partido amistoso en Salt Lake City frente al Jazz. Magic le había dicho a Gary Vitti, preparador físico del equipo angelino, que se sentía cansado, que prefería no participar del encuentro.
El cuerpo médico de los Lakers atribuyó su estado al jet lag del viaje y le dieron un par de días libres. Mitch Kupchak, sin embargo, sugirió que jugase al menos unos minutos para satisfacer la demanda de los fanáticos.
Johnson accedió al pedido. Dormía la siesta cuando sonó el teléfono. «Era el Dr. Michael Mallman. Recuerdo que dijo: ‘Tienes que regresar a casa’. Contesté: OK, juego el partido y vuelvo. Y dijo: ‘no, no entiendes. Tienes que regresar de inmediato'».
A su regreso a Los Ángeles, su representante Lon Rosen lo estaba esperando. Fueron directo hacia las oficinas del Dr. Mallman. Tomaron asiento y de inmediato el doctor abrió un sobre de FedEx. Extrajo unas hojas de papel. «Earvin, tengo noticias para darte», dijo.
Mallman, además de ser doctor de los Lakers, era el médico personal de Magic. La empresa aseguradora de vida del base había efectuado análisis físicos y los resultados arrojaban que uno de los máximos íconos de la historia del deporte había contraído el virus HIV.
Magic perdió la brújula al recibir la noticia. «¿Por qué a mí? ¿Acaso voy a morir pronto?». Los especialistas consideraban que, tarde o temprano, los portadores de HIV desarrollarían el virus del SIDA e, indefectiblemente, morirían.
«Fue como escuchar mi sentencia de muerte».
Luego de la crisis inicial, vino el momento más delicado de todo el proceso: contarle lo que estaba sucediendo a su mujer. Magic Johnson llegó a casa pero permaneció en el auto algo más de un minuto, suspendido en sus pensamientos.
Todo lo que había vivido como jugador de básquetbol era ínfimo a diferencia de lo que debía afrontar ahora. ¿Cómo decirlo de una manera suave? ¿Cómo explicarle a Cookie que él tenía HIV y, peor aún, que ella también podía estar infectada?
Se acercó a la puerta de su casa y no alcanzó a colocar la llave. Cookie abrió. La miró a los ojos y trató de ser lo más franco posible: «Amor, tengo HIV», dijo. En un principio, su mujer pensó que estaba bromeando, pero segundos después entendió que estaba hablando en serio.
«Lo que más miedo me dio es la posibilidad de tenerlo en mi organismo», reveló Cookie en una cena de Elizabeth Glaser Pediatric AIDS Foundation. «Esa misma semana me había enterado que estaba embarazada y no sabía si mi bebé podía padecer el virus…Fue traumático».
Al día siguiente de la noticia, Earvin fue junto a su mujer a la oficina del Dr. Mallman.
Pidió hacer un nuevo test para él y también para su mujer. En aquellos tiempos era diferente: tuvieron que esperar diez días para saber los resultados.
El análisis de sangre ratificó el positivo de Magic pero por fortuna para la familia Johnson fue negativo para Cookie y el bebé. Mientras tanto, los Lakers mantenían el resultado en máximo secreto. Johnson se cambiaba con el equipo pero no jugaba por padecer «gripe».
«Cuando me enteré lo de Magic todo se vino abajo. Sentí lo mismo que cuando falleció mi padre», dijo Larry Bird en el documental A Courtship of Rival. «Viviré», le dijo Earvin a los suyos. «No me voy a morir. Y si lo hago, será con felicidad. Tuve una vida genial».
La noticia fue comunicada en primer lugar a su círculo íntimo. Sus padres, su hijo Andre y también Bird, el comediante Arsenio Hall, Michael Jordan, Isiah Thomas y Pat Riley. Ellos acompañaron al genio angelino en el duro momento.
Johnson le dijo a Cookie que él iba a entender si lo quería dejar para siempre.
Su mujer, sin embargo, contestó: «¿Me estás bromeando?». En ese momento, Magic entendió que aún tenía una chance de salir adelante. «Si me hubiese dejado mi mujer, hubiese elegido morir. Sin dudarlo».
Magic decidió hacer pública su enfermedad porque de esa manera podía, en sus palabras, «salvar muchas vidas. La gente debe saber que esta es una enfermedad de transmisión sexual que puede afectar a todos, no solo a los gays».
La conferencia, pautada para el 8 de noviembre de 1991, tuvo que acelerarse al día anterior debido a la filtración de rumores: un periodista de una radio local llamó, mientras Jerry West lloraba en su despacho, para saber si era cierto que Magic se iba a retirar a causa del HIV.
Antes de hablar con el mundo, Magic decidió comunicar su problema a sus compañeros de equipo.
«Sabía que era la última vez que iba a estar en este vestuario. Fue la primera vez que lloré luego de los resultados. Fue una mezcla de sentimientos imposible de olvidar».
Nadie sabía a ciencia cierta cuál era la diferencia entre el HIV y el SIDA. Tan es así que el propio Johnson se enteró de esto 15 minutos antes de la conferencia. El sueño americano sufría un golpe a la mandíbula: Magic, estrella NBA, era ahora un ser humano de carne y hueso.
La gente ni siquiera quería abrazarlo, o darle la mano por temor. «Era muy raro para mí no poder entrenar con nadie porque no se animaban a hacerlo. Antes todo el mundo quería jugar con Magic, ahora nadie quería ni siquiera acercarse».
Rony Seikaly, en aquel entonces juvenil de Miami Heat, fue el primero en empezar a salvar a Magic.
Lo llamó para preguntarle si podía hacer lanzamientos con él. «Significa tanto para Earvin que Rony no tenga miedo», dijeron sus confidentes a Tom Friend de ESPN The Magazine.
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Bruno Altieri es un Periodista de ESPN, especialista en básquetbol que puede ser contactado en Twitter como @altieribruno
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