Lejos de mejorar, la pandemia del covid 19 ha seguido empeorando y la situación de la humanidad es cada vez más difícil, a pesar de que se conocen los medios para evitar los contagios y se cuentan con vacunas, la enfermedad sigue siendo un gran riesgo para la vida.
Cerca de año y medio del inicio de la pandemia y hay grandes segmentos de la sociedad que son todavía altamente vulnerables al contagio, a la enfermedad grave y a la muerte por el covid.
No es solamente un asunto de autocuidado, o de su ausencia, es una situación más compleja que mezcla hábitos y costumbres sociales, deficiencias del sistema de salud pública, malas decisiones administrativas, y falta de solidaridad social.
El primer responsable en salvaguardar la vida de las personas es el Estado, esa es una de sus funciones, y requiere un esfuerzo especial de parte del aparato institucional para atender de manera integral la situación.
Por eso se le exige y por eso debe dar resultados, así lo dice la constitución de 1991.
No es una discusión simplemente de derechos y deberes, es un asunto de los principios fundamentales que orientan la actuación del aparato estatal. Es cierto que los ciudadanos deben cuidarse y cumplir las recomendaciones que dan las instituciones públicas, como usar tapabocas, mantener la distancia social y vacunarse.
Pero también es claro que el Estado debe priorizar y mover todos los recursos a su alcance para preservar la vida de las personas.
Los recursos públicos se deben orientar a atender la emergencia producida por la pandemia, dejando de lado otras inversiones, pues lo primordial es preservar a la población.
Esa costumbre tan arraigada en el país de culpar siempre a la víctima, tal vez por décadas de violencia, y de responsabilizarla de todo lo que la ha afectado no puede ser la forma de abordar lo que la pandemia ha generado.
Para poder enfrentar el covid 19 es necesario verlo como un fenómeno multifactorial que requiere un abordaje multidisciplinario, que tenga en cuenta factores de salud pública, salud mental, inversión social e intervención social y psicológica.
Poner de primero la reactivación económica ha tenido y tiene un costo social alto como se ha visto en todo este tiempo de pandemia, no solo en vidas perdidas sino también en personas afectadas, y demanda un sistema de salud capaz de atender a la población, lo que no ha sucedido.
Así las cosas, por eso el Estado debe asumir su responsabilidad, fortaleciendo la atención en salud en el contexto de la reactivación económica.
Esa atención en salud debe incluir campañas educativas sobre prevención del contagio, distribución de tapabocas, vacunación, fortalecimiento de la atención en salud, apoyo al personal de salud (mejores salarios y prestaciones), mejoramiento de la infraestructura sanitaria, entre otras cosas.
El Estado no puede pretender evadir su responsabilidad o ignorar sus funciones, ni siquiera en un contexto tan difícil como el actual, de lo contrario se seguirá gestando el descontento en medio de una profunda desconfianza hacia las instituciones y un evidente desinterés por lo público por parte de la gente.
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