Es muy importante tener en cuenta lo siguiente: igualar el accionar de unos vándalos, o cualquier desadaptado, que pueden ser delincuentes comunes, con la Policía y el accionar de la fuerza pública y pedir la misma indignación para ambos, NO tiene ninguna presentación.
La Policía está para proteger a todos los colombianos, se rigen por unos protocolos y se deben a la ley. La Policía debe dar ejemplo y cualquier falla debe ser calificada con mayor rigor, por su misma condición de autoridad establecida en la Constitución y la ley.
El Estado no puede avalar e impulsar la violación de la misma ley que representa y menos utilizar su fuerza contra el pueblo.
Además el «vandalismo» —que tanto eco le hace el gobierno y los medios tradicionales— se refiere a daños en cosas materiales, que en mucho de los casos se ha probado, con videos en vivo, que son las mismas autoridades las que las fomentan para generar el caos. Las denuncias contra la fuerza pública son por muertes en seres humanos que son absolutamente irrecuperables, NO hay punto de comparación.
El llamado a detener el «vandalismo» y los bloqueos mediante un dialogo serio y sincero con los protestantes, debe partir del mismo gobierno, pero hasta hoy, son ellos —el gobierno— quienes más dilatan las conversaciones y utilizan toda su fuerza e influencia para no negociar, buscando solo desacreditar la protesta, sin brindar ningún tipo de solución. Es decir, no se percibe ninguna intención de buscarle una solución negociada y civilizada a las demandas de los ciudadanos.
El accionar del Ministro de Defensa ha sido ofensivo, violento e incitador.
El cuestionado accionar de la Policía, la violación de derechos humanos, las desapariciones y las muertes que se reportan hasta ahora, sumado a la extrema violencia que usan contra los manifestantes y la indiferencia ante civiles armados que atentan y se filtran contra las protestas, merecen que el ministro deje su cargo. Su accionar es un peligro para la democracia y las instituciones del país.
Dice el periodista Felix De Bedout: “a las instituciones se las defiende cuando se las controla, cuando no se les permiten excesos, cuando se les recuerdan sus responsabilidades. Las Instituciones no se mandan solas, son de todos”.
Es cierto que con un voto de un congresista en una moción de censura no se van a resolver todos los problemas del país, pero se fijan límites y controles en el accionar de un ministro peligroso y violento como Molano, que atenta contra su propio pueblo.
La moción de censura es un mecanismo legal, vigente, que sirve de control para evitar desmanes como el que se está presentando hoy en el Ministerio de Defensa.
No se atenta contra ninguna democracia ni contra ninguna institucionalidad, todo lo contrario, se fijan topes, muy necesarios, para evitar los abusos que tanto daño le causan al Estado Social de Derecho, fundado con base en el respeto de la dignidad humana. La dignidad se establece como resultado del reconocimiento mínimo de derechos y garantías.
Votar en contra de una moción de cesura contra del ministro Diego Molano solo conduce a la impunidad y a la reiteración de la extremada violencia que vive el país.
Con su voto negativo estos congresistas avalaron las desapariciones, las muertes y la extrema violencia que ejerce la fuerza pública.
Los congresistas que evitaron su salida votando NO a la moción de censura, hoy son tan responsables como el gobierno de los desmanes que se presenten en la fuerza pública contra el pueblo, tuvieron la oportunidad de colocarle un control, un tope y no lo hicieron.
La historia se los recordará por siempre.
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