No fue la caída de la reforma tributaria o de la reforma a la salud, la renuncia del ministro de Hacienda o que se cancelara la Copa América, no esos no fueron los triunfos de la protesta, esos solo fueron resultados de la manifestación colectiva, popular y masiva en el país.
El verdadero triunfo de la protesta ha sido que la gente ha podido mostrar su descontento, manifestar su desazón, exponer las penurias y necesidades que viven, expresar el inconformismo que sienten.
Un pueblo que no tenía voz, que se tragaba con fuerza lo que sentía y tenía que vivir, logro con esta protesta la posibilidad de decir todo lo que tenía por dentro. Y no todo lo dijo con palabras, también lo manifiesto caminando, vociferando, y de pie en las calles de todo el país.
La actual coyuntura no es solo un acontecimiento de unos pocos sitios, es el desahogo de toda la nación.
En algunos lugares se ha sentido más duro porque la opresión era mayor. Así hemos visto como en algunos lugares del país el sofoco era tal que impedía que la gente se expresara.
Por eso cuando se superó la asfixia la protesta se desbordo, en tiempo y espacio. Eso vive el país.
No todos tienen que saber porque protestan, eso es un absurdo, algunos solo necesitan una válvula de escape que les permita manifestar años de sentimientos acumulados, de exclusión, segregación, y angustia por problemas de empleo, de salud, de educación, de oportunidades, propias y familiares, que hace rato habían rebosado la copa.
Por eso la protesta era fundamental, porque el Estado no había construido espacios de comunicación con la gente, el gobierno los había ignorado o peor no les prestaba atención, los partidos políticos hace rato no escuchan a la gente, y las organizaciones sociales están desbordadas y no alcanzan a ayudar ante tanto reclamo.
En esta realidad solo quedaba la calle. Y estaba anunciado con las protestas de campesinos, transportadores, indígenas y estudiantes, y con lo que sucedió en 2019 y 2020.
No debería sorprender a nadie lo que sucede.
Colombia está ante un triunfo de una sociedad que se expresa, que se mueve y que se junta para pedir cambios, ajustes y reformas. No ha sido fácil, ha costado mucho dolor y sufrimiento, y la protesta misma es dolorosa, pero no quedaba otro camino, no había otros canales, ni otros medios.
Después de este triunfo social se hace necesario dar el siguiente paso, organizar y consolidar esta manifestación pública y colectiva.
Debería seguir un cambio real en los partidos políticos, la adopción de reformas desde el gobierno, ajustes desde el Estado y cambios en la ciudadanía.
Esto no solo es de votar en las elecciones teniendo como referente lo que ha sucedido, es también tener nuevos partidos políticos, un gobierno y un Estado diferentes, y una nueva ciudadanía.
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