La situación social del país marcada por algo que empezó como una protesta contra algunas medidas del gobierno nacional, que se transformó en un paro nacional y que se ha convertido en un estallido social, que no se había visto en décadas, se ha transformado en un verdadero reto para el Estado y para la misma sociedad, incapaces ni de entender lo que sucede ni de mostrar empatía por los sectores sociales que vienen protestando.
Esa realidad nacional tiene una dimensión territorial, y particularmente distrital que viene manifestándose tímidamente pero que refleja una compleja situación social y económica que afecta a miles de personas.
No es exagerado creer que desde hace tiempo en Barrancabermeja se viene gestando una protesta social similar a la que ha sucedido en otros lugares del país, pues los problemas son compartidos y el sufrimiento es igual.
La localidad está profundamente afectada por una situación social y económica muy difícil, que no es nueva pero que se ha agudizado por la pandemia, caracterizada por el incremento en el desempleo y la pobreza en el distrito, a lo que hay que sumar la falta de oportunidades para los jóvenes, el incremento de familias que no alcanzan a consumir tres comidas al día, la exclusión de grupos sociales, las difíciles condiciones materiales de vida (falta de vivienda digna y de educación de calidad, entre otras cosas), que hacen que el inconformismo y la incertidumbre caractericen las relaciones sociales y la percepción que se tiene del Estado.
Este contexto se ha visto en otros lugares y es el caldo de cultivo para la protesta social, con todas sus consecuencias sobre la población.
Esta realidad requiere que el gobierno distrital deje de asumir una posición reactiva y se ponga al frente de la dura realidad de la comunidad.
Se requiere un ajuste en las prioridades y metas de la administración local para que se adecúen a las necesidades de las personas y se pueda empezar a revertir lo que ya se está gestando en el territorio.
Es momento de que el alcalde distrital sea proactivo y asuma el liderazgo de la localidad, que tome las decisiones y gobierne de verdad, de cara a las aspiraciones y sueños de la comunidad.
El gobierno distrital debe analizar cuidadosamente los índices sociales (desempleo, pobreza, alimentación, entre otros) y reorientar el plan de desarrollo y el presupuesto distrital para atender lo que la gente está esperando del alcalde.
Es así que no es descabellado que la administración local debe analizar la posibilidad de destinar recursos para una renta básica para los más afectados por la situación económica, y así combatir en el corto plazo el hambre que afecta a miles de barranqueños.
También se hace indispensable que el gobierno distrital debe estructurar un plan de empleo de choque, masivo de mano de obra no calificada, para ayudar a aliviar los problemas de la comunidad de forma inmediata.
Pero al mismo tiempo el alcalde distrital debe liderar la construcción un Gran Pacto por el Empleo que reúna no solo a las entidades públicas sino también a la empresas privadas, en especial a las de la industria petrolera, para que se comprometan realmente a contratar la mano de obra local, y para que además se busquen medios y mecanismos para la generación de empleo estable y no solo empleo temporal.
Capítulo aparte merecen los jóvenes de Barrancabermeja que necesitan oportunidades, de empleo y educación, y no es solo con becas, pues se necesitan recursos para la alimentación, acceso a internet y transporte de los estudiantes, pues es difícil estudiar con hambre en los hogares, sin tener como llegar a clases o sin forma de acceder a internet.
El reto es grande para el alcalde distrital pero el contexto local muestra las señales de una crisis municipal, y es indispensable que se tomen las acciones y medidas necesarias antes de que esa crisis se desate y las consecuencias sean costosas para Barrancabermeja.
Es momento de que el concejo también asuma su rol político en el distrito y alce la voz reclamando acciones y medidas que impacten social y económicamente en la localidad.
No hay que seguir ignorando lo que la situación social de Barrancabermeja muestra a diario en las comunas y barrios, se debe asumir el liderazgo que alcalde y concejo recibieron en las urnas hace algunos meses.
Habrá que esperar si el gobierno distrital y el concejo están a la altura del momento histórico que se vive, si logran superar la pasividad política y la apatía administrativa que los caracteriza.
Esta situación social, de paro y protesta social, puede ser la oportunidad para reencauzar el desarrollo de Barrancabermeja hacia el camino del bienestar colectivo, y de mostrar que realmente se cambió el chip o lamentablemente comprobar que solamente fue un común reiniciar el computador.
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