En reciente conversación con un reconocido analista político, imaginé un escenario donde Ángela Robledo se imponía con su carisma en la consulta de los verdes y se hacía a la candidatura de dicho sector. Pero mi interlocutor pensaba otra cosa: “no le extrañe si el próximo presidente es Sergio Fajardo”.
Desde entonces el asunto no ha dejado de preocuparme, en parte porque estoy convencido de que mi amigo el analista es más inteligente que yo, y en parte porque creo que en la delicada coyuntura actual Colombia merece un presidente con mayor capacidad de liderazgo. Uno menos tibio, por supuesto.
Ahora bien, es evidente que se está conformando una convergencia de centro, en apariencia fuerte, a la que concurren con sus votos y sus voluntades Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán, Jorge Robledo, Antonio Navarro y el partido Alianza Verde, además de Fajardo y otros.
Es extraño que en la reunión de hace unos días no hubiera estado ni para la foto Ángela Robledo, a no ser que no la hubieran invitado, en cuyo caso tendría razón la brillante columnista Sara Tufano: “esa coalición que armaron para apoyar a @sergio_fajardo no solo destila machismo, sino que representa el más grosero elitismo”. (Ver trino)
Sea como fuere, hablando en plata blanca, dentro de esa convergencia están las dos votaciones más altas a la alcaldía de Bogotá -casi tres millones de votos-, la del senador más votado del Polo y el caudal electoral que todavía conserva Sergio Fajardo. Agreguen los que eventualmente lleve Ángela Robledo, y el total sobrepasaría los casi cinco millones de votos que obtuvo Gustavo Petro en la primera vuelta de 2018, donde los tres y medio adicionales de la segunda tuvieron que haber sido puestos por lo que hoy se conoce como el centro.
Es cierto de todos modos que Petro cuenta con un liderazgo indiscutible de masas, y que como dijo Matador para Semana TV, “el mejor asesor de campaña de Petro para el 2022 es Iván Duque”. (Ver video). Además, la presencia del líder de Colombia Humana en redes sociales es muy activa, sobre todo en Twitter, donde el uribismo y el petrismo copan la polarizada atención.
Pero no todo en la vida es Twitter: de los 50 millones de colombianos, solo una suma cercana a seis millones tiene cuenta en esa red social. Más los hay en Facebook, casi 30 millones, pero ahí es la vida social de los usuarios la que manda la parada, antes que la discusión política.
Si tan solo consideramos que el electorado colombiano sigue siendo un target de mercadeo político fácilmente manipulable por hábiles estrategas (de los cuales carece la Colombia Humana), sumado a la marcada sujeción mental de la población a los “valores cristianos” -entre los que priman la humildad y la obediencia-, Petro no la tiene tan fácil, como podría pensarse desde un celular conectado a Twitter.
En síntesis, no se puede descartar que para 2022 Sergio Fajardo y Gustavo Petro se vean de nuevo las caras en primera vuelta.
Si gana Petro y enfrenta de nuevo al candidato de la derecha, la pregunta del millón es qué haría Sergio Fajardo: ¿reincidiría en su preferencia por el voto en blanco? Inaudito pensar que repita tan temeraria opción, es casi de sentido común que estaría obligado a apoyar a Petro.
¿Y si gana Fajardo? Petro ha empeñado su palabra en que le brindaría su apoyo.
En lo que al suscrito respecta, haciendo de tripas corazón actuaría igual: tras reconocer el triunfo de Fajardo en franca lid, me alistaría no solo a votar por él, sino que adelantaría todo el activismo posible para lograr su triunfo, bajo la consigna de impedir un cuarto período del sujeto que hoy gobierna a Colombia con autoritaria mano de hierro, en alianza cómplice “por debajo de la mesa” con las fuerzas oscuras que le acompañan.
Volviendo a Sara Tufano, en otro de sus trinos afirmó que “no soy admiradora de Petro, apoyo el programa político de la Colombia Humana”. Me pasa lo mismo. A la que sí admiro -incluso de hombre a mujer- es a Ángela Robledo, a quien vislumbro en dos escenarios posibles: ganándole a Sergio Fajardo en la consulta de los verdes, o juntándose de nuevo con Petro.
DE REMATE: En la primera vuelta de 2018 voté por Humberto de la Calle porque creía que la urgencia era defender la paz, y en la segunda voté por Petro porque era la única salida viable que le quedaba a Colombia para impedir el regreso de la bestia. El voto en blanco fue, es y será irresponsable -o inocuo, dependiendo de la ocasión- mientras no exista el voto obligatorio. (Ver columna).
Tomado de El Espectador
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