Los gobiernos son responsables del presente de sus gobernados y culpables del daño resultante de sus omisiones.
La descomposición del tejido social, la miseria y el pobre acceso y carencia de oportunidad al sistema de salud, son todos determinantes sociales resultado de dirigentes políticos, religiosos y empresariales, indolentes y culpables del atraso de nuestra sociedad.
Los asesinos de los reinsertados producen porcentualmente tantas muertes como la pandemia (0.9 por cada mil).
A los gobernantes actuales les cabe la responsabilidad de avanzar en la solución de los problemas que aceptaron lidiar y de sus acciones se derivan consecuencias futuras para todos, buenas y malas.
Si dejamos el futuro a los dioses, como se dice desde la antigüedad, liberemos por un momento a los gobiernos de lo que pase mañana y miremos la presente enfermedad. Los casos de éxito en otros lares enseñan que los confinamientos solo ganan tiempo mientras se implementan otras medidas efectivas, y que cuando se requieran, deben ser cortos, acotados y de ser necesario, reiterados.
Lo clave es implementar la identificación de contagiados, hacer el respectivo cerco epidemiológico y preparar el sistema hospitalario para los que lo requieran.
El confinamiento en el mediano plazo indica el fracaso en hacer pruebas masivas con la correspondiente identificación de infectados y detección y aislamiento de sus contactos.
En nuestro caso el PRASS no funcionó. Si se jugó al azar, esperando que apareciera la vacuna efectiva, pues la mala noticia es que, siendo buena parte de la solución, no lo es toda.
Las complejidades de vacunar a 30 millones, con dos dosis en tiempos precisos, con dificultades de adquisición, almacenamiento, preservación, distribución y vacunación, generarán frustración y desconfianza.
Ruego porque pronto aparezca un tratamiento efectivo. Por ahora el auto cuidado, con las medidas suficientemente conocidas, sigue siendo la herramienta para defendernos del fracaso de las medidas de salud pública, pero es insuficiente, pues dados los determinantes sociales, no es exigible.
Se equivocan quienes culpan a los ciudadanos, exigiéndoles lo que no comprenden o simplemente no pueden acatar. Nuestra ciudadanía es inimputable, pero los gobiernos, son responsables de sus omisiones.
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