Prohibido olvidar, luz verde, al grano con Patricia y sin censura; creación de una comunicadora social, comprometida con la comunidad en brindarle información ajustada a la realidad, dentro los más rigurosos cánones de la ética, la moral, la constitución y la ley.
Nunca utilizó su pluma o su voz para atacar o denigrar de alguien.
Amó, respetó y puso en alto su profesión, la que defendió con altruismo, decisión y sin tregua.
Tuvo la oportunidad de desempeñarse y fue ejemplo de responsabilidad, profesionalismo, compañerismo, pulcritud y entrega en el desarrollo de lo encomendado.
Durante sus 25 años de servicio en la administración pública, siempre fue un referente para la comunidad y sus compañeros de trabajo.
Podemos asegurar que ella no fue importante por los cargos que ocupó, sino que «hizo importante los cargos», pues su espíritu investigativo y la pasión por la lectura le permitieron conocer al dedillo la administración pública en lo concerniente al cumplimiento de la constitución, la ley y resoluciones que regulan la relación del municipio con las comunidades, el departamento y la nación.
Patricia fue siempre consecuente con su pensamiento «El empleado público es un SERVIDOR PÚBLICO y se debe a la comunidad».
Fue apoyo y soporte incuestionable para los jefes que querían hacer las cosas bien dentro del ordenamiento jurídico y entendían que eran servidores públicos; y fue una piedra en el zapato para quienes esto no practicaban.
Fue un ser humano inigualable. Quienes acudían a ella siempre encontraban la atención debida, solución a sus inquietudes o la orientación para lograrla.
Pudo haber cometido errores, el principal fue su perfeccionismo que dificultaba su trabajo en grupo y dada su responsabilidad recargaba su capacidad física y mental.
Leonardo, Laura, Alberto y yo nos sentimos orgullosos de esta mujer excepcional e invitamos a sus colegas, empleados públicos y a quienes logren serlo en el futuro a seguir su ejemplo.
PATRICIA ROJAS YEPES, guerrera intrépida e indiscutible, le ganaste mil batallas al cáncer, pero esa lucha fue minando tu fortaleza física hasta que logró ganarte la guerra. En esto también fuiste ejemplo de vida. Tu partida hacia el viaje sin retorno nos ha dejado un vacío inmenso que trataremos de llenar con el orgullo que nos embarga de haber sido esposo e hijos de un ser inigualable e irremplazable.
Hasta pronto, madre y compañera inolvidable.
Expreso en nombre de Leonardo, Laura, Alberto y el mío los agradecimientos por las manifestaciones de solidaridad y acompañamiento de amigos y conocidos en momentos en que el dolor nubla nuestras mentes y hace sangrar el corazón.
«No todas las tormentas vienen a perturbar tu vida, algunas llegan para despejar tu camino».
PAZ EN TU TUMBA, AMADA PATRICIA.
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