El bicentenario de la independencia es un acontecimiento especial, que debería ser una oportunidad para recordar de donde provenimos, como fue la génesis de la nación y las circunstancias en las que se dio el nacimiento del país.
Estos hechos nos darían perspectiva y permitirían entender el origen de costumbres y tradiciones, así como de los problemas y dificultades que enfrentamos.
Lamentablemente muchas cosas permanecen en el olvido y el bicentenario no ha tenido la trascendencia que se merece, la historia sigue olvidada y solo algunos nombres, fechas y acontecimientos son recordados mientras que la gran mayoría de sucesos siguen en el olvido, y gran parte de la nación permanece de espaldas a su pasado, tal vez por eso no superamos el actual estado de cosas.
A propósito de jóvenes que mueren por enfrentarse con un machete contra un fusil o de las detestables guerrillas que azotan el país, hace 200 años cosas similares ocurrían y permitían forjar una nación, Colombia.
Las paradojas de la historia, en Charalá sucedió un hecho significativo pero olvidado en el proceso de independencia del país, miles de pobladores de la región se enfrentaron armados solo de palos, piedras y machetes a un grupo de españoles que disponían de fusiles y cañones.
En la batalla de Pienta el enfrentamiento desigual provoco la muerte de alrededor de 300 personas que durante 3 días aguantaron los disparos de los realistas, este sacrificio permitió demorar el avance de los refuerzos españoles que no llegaron a tiempo y facilitaron los triunfos de los independentistas en Boyacá.
También vale la pena recordar el aporte de Antonia Santos, una mujer que conformo las guerrillas de Cincelada y Coromoro que enfrentaron a las tropas españolas, y su muerte fusilada conmovió al país e incentivo la lucha por la independencia.
Comunidades, mujeres, guerrillas, piedras, palos y machetes fueron protagonistas en nuestra gesta nacional, y deberían ser referentes para entender nuestra historia y nuestros problemas, pero muchos siguen en el olvido.
La historia la escriben los ganadores, pero a veces omiten señalar a muchos de sus protagonistas y sus sacrificios, sus métodos y su abnegación, y esa falta de conocer nuestro pasado nos lleva a tener menos herramientas para entender nuestro presente.
Es momento de conocer la historia, no solo la de las batallas y los héroes, sino también la de los pueblos e individuos que desde su sacrificio permitieron que el nacimiento de esta nación.
Es necesario que la historia regrese a los salones de clase, a los medios de comunicación y las discusiones. Sin historia no hay identidad ni pertenencia. Eso es lo que nos deja el bicentenario.
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