Supe que hace pocos días la ministra de Minas y Energía, doctora María Fernanda Suárez Londoño, a través de una frase —en un tono muy dramático— le recomendó al gerente de la refinería de Barrancabermeja, Orlando Díaz Montoya, algo que uno supone nunca va a suceder: “ingeniero, por favor, no me vaya a dejar sin diésel al país».
El diésel —conocido también como gasóleo o ACPM, Aceite Combustible para Motores— es el que se usa para los motores de alto rendimiento, especialmente buses, camiones, tracto mulas, trenes y embarcaciones marítimas y de rio.
El diésel tiene aproximadamente un 18 por ciento más de energía por unidad de volumen que la gasolina, lo que, sumado a la mayor eficiencia de los motores diésel, contribuye a que su rendimiento sea mayor, de ahí su importancia industrial y comercial para el desarrollo del país y —por supuesto— la lógica y comprensible preocupación de la señora ministra frente al tema.
Pero ¿por qué la ministra le hizo el reclamo al gerente?
La gerencia de la refinería de Barrancabermeja, está poniendo en riesgo el normal abastecimiento de combustibles al país, desde que decidió imponer, técnicamente, a las plantas del complejo industrial a realizar trabajos forzados a los recomendados por los fabricantes de estas máquinas refinadoras, lo que —como es natural— vienen causando un deterioro grande en la vida útil media de diseño de los equipos que componen las diferentes plantas de proceso.
Es algo así como si usáramos un moderno automóvil tipo taxi para que preste los servicios de un tractor agrícola en una finca. En muy poco tiempo ese taxi terminará —inevitablemente— «chatarrizado».
Según denuncias de los propios trabajadores, el caso más reciente en la refinería de Barrancabermeja es el que viene sucediendo con la planta de Hidrotratamiento HDT de diésel, la cual salió a reparación general. Sin embargo, una vez finalizado el plan de mantenimiento, la gerencia de Ecopetrol decide iniciar sus operaciones —rápidamente— sin el total acatamiento de las recomendaciones sugeridas por los ingenieros expertos en el tema.
Esta unidad —me refiero a la HDT— que arrancó operaciones hace 10 años, tuvo un costo de $1023 millones de dólares y sólo hasta ahora —después de 10 años— se le programó una parada para su mantenimiento general, cuando se debió haber realizado hace cinco años.
El problema es que está en juego —nada menos— que el diésel que requieren los sistemas de transporte masivos de ciudades como Bogotá y Medellín
Dicen los expertos que este es el mejor ejemplo de una política que «no ve más allá de la punta de la nariz”, al pretender simplificar trabajos de mantenimiento dizque por «ahorrar costos» que, si se comparan hoy con las perdidas por lucro cesante, daño inducido en equipos, y por la no producción de combustibles, sería algo insignificante.
Lo grave de toda esta situación —por cuenta de estos «ahorros absurdos» contrarios a la lógica— es que la refinería de Barrancabermeja, desde hace 8 años, viene procesando cargas NO aptas para la infraestructura de su refinación instalada, es decir, la están poniendo a trabajar así como al taxi para que sirva de tractor agrícola, condición que ha llevado a los técnicos y expertos en refinación a tener que reiniciar los procesos con esquemas operacionales de mayor severidad, ocasionando —por supuesto— fatiga y desgaste prematuro en la metalurgia de las plantas. Dicho en otras palabras: están llevando a la refinería a su segura «chatarrización».
Según una comunicación de la Unión Sindical Obrera, USO, (el sindicato de los trabajadores de Ecopetrol), muchos de cuyos afiliados laboran en la planta HDT, «todo lo anterior ocasiona serias restricciones para lograr llevar la refinería a ratas de carga nominal de diseño, ya que solo carga 230.000 BPD vs 250.000 BPD de capacidad en los mejores escenarios, y hace más de quince días tan solo procesaba 190.000 BPD, y en los últimos días tan solo carga 172.000 BPD razón por la cual disminuyó la producción de combustibles».
Para «cerrar con broche de oro» —dice la USO en su comunicación— «a toda esa cadena de hechos se sumó la emergencia operacional ocurrida el pasado viernes 22 de febrero, que sacó de servicio totalmente a la refinería tras presentar una falla eléctrica ocasionada por la pésima planeación de los trabajos de reforzamiento en el piso de la planta de Etileno, seguidamente el sábado 23 de febrero se presenta salida de dos calderas y dos turbogeneradores de en la unidad de balance, junto con un escape de solvente en la planta Demex, lo cual llevó a sacar de servicio la planta por condiciones de seguridad».
Lo anterior ocasionó al interior de la refinería alarma de «alto riesgo» de desabastecimiento de diésel, situación que —de ser cierta— sería muy grave para la producción nacional, porque, repito, el gasóleo se produce para motores de alto rendimiento, especialmente para movilizar los sistemas de transporte masivo (Transmilenio en Bogotá y el Metro de Medellín), además de buses intermunicipales, camiones, tracto mulas, trenes y embarcaciones marítimas y de rio.
Sin embargo, me quedo sorprendido por la forma como la gerencia de la refinería en Barrancabermeja, a través de comunicados de prensa, nos viene hablando como si viviéramos en las fantásticas aventuras de “Alicia, en el país de las maravillas», dedicados a dar solo «partes de normalidad» a la opinión pública, como tratando de evitar tener que enfrentar la dificultad de una realidad que ya no pueden tapar como el sol con las manos y que es el PMRB (Plan de Modernización de la Refinería de Barrancabermeja).
De seguir así en esta tónica, negando las inversiones necesarias para el mantenimiento y la modernización de la refinería, no me cabe la menor duda que el ingeniero Orlando Díaz, será el sepulturero de nuestro complejo industrial de refinación y petroquímica.
La Procuraduría General de la Nación y la Contraloría General de la República deben entrar a investigar las causas que ocasionaron la apagada general de la refinería, las pérdidas fiscales en producción y el detrimento del patrimonio público derivados de los costos en reparación de los equipos averiados por causa de la falla, el riesgo de desabastecimiento de combustible causado en el país, y que se investigue si el gerente de la refinería incurrió en conducta dolosa culposa agravada por los hechos ya mencionados.
Se necesita la inmediata intervención del gobierno nacional, para que desde la alta administración de Ecopetrol se adopten las medidas necesarias para frenar algo que se ve inevitable: la «chatarrización» de nuestra refinería.
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ROSBERG PERILLA PEREZ es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL. Puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]
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