La desconfianza hacia la política no es nueva, existen juntas desde su nacimiento y como toda actividad humana puede que no desaparezca nunca.
Lo que busca la democracia es que la ciudadanía participe a través de los diferentes mecanismos que existen, pero fundamentalmente votando en los diferentes eventos electorales que se presentan. Así que el principal reto de la democracia es que los ciudadanos confíen en la política y de esta forma participen masivamente en las elecciones.
El trabajar para recuperar la confianza en la política recae en los políticos y esa labor no solo es difícil sino agotadora. Los políticos toman decisiones, unas buenas y otras malas, y como su quehacer es público su accionar impacta en mayor medida a la comunidad por eso cada vez que se equivocan refuerzan la desconfianza y cuando aciertan pues simplemente hacen su trabajo.
Esta situación termina por transferirse a cada nueva persona que incursiona en los procesos electorales, pues le endilgan los errores de otros y las responsabilidades de los que antes hicieron política y deben enfrentarse con la desconfianza que no se merecen.
Son comunes las críticas a los políticos, y a pesar de eso siempre hay nuevas personas que incursionan en los procesos electorales, pero lamentablemente son criticados por eso, cuando la comunidad debería al menos darle el beneficio de la duda por buscar superar la desconfianza y presentar su nombre como candidato en medio de un ambiente hostil.
Además de que la ciudadanía desconfía hasta de los nuevos, los políticos deben enfrentarse a una extensa lista de requisitos, condiciones y exigencias que deben cumplir para conseguir el respaldo en las urnas, muchas de las cuales no son más que prejuicios y prevenciones de la gente que se proyectan hacia sus candidatos pero que en realidad no son un referente para decidir por quien votar.
Es necesario reducir los requerimientos que se le hacen a los candidatos para que respondan a necesidades puntuales de la comunidad en términos de formación, experiencia y capacidades a partir de los cuales evaluar cada candidato en función de las necesidades y aspiraciones sociales.
Participar se constituye en el camino para poder incidir en la escogencia de los políticos que van a tomar las decisiones que afectan a toda la comunidad, si queremos mejores políticos debemos escogerlos, no ceder esa responsabilidad sino asumirla, eso sí dejando atrás la desconfianza, la hostilidad, los prejuicios y las prevenciones con el fin de afrontar cada proceso electoral de acuerdo con las necesidades y aspiraciones de la comunidad.
Los mejores políticos no se eligen solos, requieren de la decisión y el apoyo en las urnas de los ciudadanos, en esa tarea permanente de buscar una mejor calidad de vida para todos.
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