En todo momento es posible identificar ciertos personajes, que se caracterizan porque quieren quedar bien con todo el mundo y prefieren no ser identificados fácilmente con alguna causa.
Pocas veces toman partido y cuando lo hacen es para beneficiarse o impulsar sus propios intereses.
Lo peor de estos personajes es que arrastran consigo a muchas personas, lamentablemente influyen en muchas personas y contaminan la determinación de sectores de la comunidad.
Y esto es producto de un calculado ejercicio donde ponen por encima los intereses particulares sobre los colectivos.
Así es como se pueden ver ambientalistas, emprendedores, candidatos, comunicadores, entre otros, que frente a temas vitales toman posiciones ambiguas, confusas y hasta contradictorias, su interés político les impide ser consecuentes con su autoproclamado rol social y terminan por invertir los valores.
Es así como es posible ver ambientalistas que no defienden el medio ambiente ni los ecosistemas, o candidatos que no defienden los intereses de la comunidad o no persiguen el bien común, y un sinnúmero de personajes que en vez de aportar a las discusiones buscan enredar, confundir y envenenar a la opinión pública con el único fin de que sus intereses prevalezcan por encima de las necesidades de toda la población.
Estas personas viven agazapadas, ocultas, sin mostrarse hasta que las circunstancias los obligan o sus intereses los arrastran. Sus comentarios y discursos son calculados, ejercicios de demagogia y apariencia que no pretenden aportar al bienestar general sino a generar ganancias políticas y electorales.
Así que no contribuyen al desarrollo social y político de la ciudad, no proporcionan nuevos enfoques o visiones, ni favorecen la deliberación pública. Lo peor de todo es que desarrollan ejercicios y generan espacios artificiales y superficiales, donde más allá de un show politicomediatico no se hacen reales aportes al desarrollo de los temas sensibles para la ciudad.
Siempre se necesitan personas con puntos de vista y posiciones claras, que superen la mediocridad, la codicia y la mezquindad de aquellos que solo viven en función de sus intereses particulares y de opiniones acomodadas.
Hay que dejar atrás esa tibieza calculada y ese interés egoísta de quienes quieren ser protagonistas a costillas del bienestar general, no más ambientalistas de garaje, opinadores de ocasión y candidatos de caratula.
Es momento de superar la imagen y centrarse en el contenido, menos forma y más fondo.
Aquellos que realmente no tienen posiciones claras en los temas y decisiones trascendentales para el municipio deben ser desechados por la opinión pública, la verdad no sirve más que para hacer un molesto ruido.
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