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Paremos la xenofobia contra de los venezolanos

Paremos la xenofobia contra de los venezolanosPor: Henry Sanabria Vega

 

Todos conocemos parte de la problemática que viene generando la migración venezolana.

 

Quizás muchos venezolanos —al salir de su país—  no contaban que se iban a enfrentar con largas caminatas, sin rumbo desconocido, pero sobre todo tener que soportar el desprecio de una humanidad indolente.

 

Estoy seguro que en su mayoría, ellos salen huyendo por la falta de oportunidades, de empleo y de comida que, según dicen quienes vienen del vecino país, ya no se ve ni en los supermercados.   Si a lo anterior le sumamos una moneda totalmente devaluada y una crisis política que no da muestras de solución, el escenario de nuestros vecinos es lamentable.

 

Pero los venezolanos —al pisar tierras extranjeras—  se encuentran con otra realidad: La xenofobia.

 

La xenofobia, “es el miedo, rechazo u odio al extranjero, con manifestaciones que van desde el desprecio y las amenazas, hasta las agresiones y asesinatos».

 

En Barrancabermeja —aunque gracias a Dios no se ha llegado al extremo de eliminarlos físicamente—  si veo, de parte de un gran sector de la comunidad, mucho rechazo, desprecio y hasta burla, con «chistes de mal gusto» que pisotean la dignidad de la mujer venezolana

 

Aclaro que el problema no es solo de Barrancabermeja sino de todo el país.

 

Además, en naciones como Ecuador, Perú, Brasil y Chile, los venezolanos son tratados como «flojos, ladrones y prostitutas», un trato inaceptable que no es justo con nuestros vecinos.

 

 

Si en la calle llueve en las redes sociales no escampa

 

Siento vergüenza de colombiano como el internet ha sido utilizado para pisotear la dignidad de las mujeres del vecino país, objeto de constantes atropellos.

 

A menudo, las agresiones son sutiles.

 

Pensemos, por ejemplo, en quienes se burlan de las inmigrantes venezolanas a las que califican de «putas baratas de a $ 15.000 pesos».    Quizás solo lo hagan por «diversión», pero el dolor y la humillación de sus víctimas no tienen ninguna gracia.

 

La dignidad se define como la cualidad de ser “digno, merecedor de respeto y consideración”.    Por lo tanto, nuestra dignidad como personas abarca tanto el concepto que tenemos de nosotros mismos, como el trato que recibimos de otros.

 

De algo estoy seguro y es que nuestra percepción de lo que valemos está determinada, en buen grado, por la manera en que nos consideran o tratan los demás.

 

No se trata sólo de «no humillar» a los venezolanos se trata también —incluso—  de respetar la dignidad de las mujeres que llegan del vecino país, las que por cuenta de la crisis son objeto de burlas.

 

 

¿Doble moral o mala memoria?

 

Pero Colombia no se queda atrás y más cuando manejamos o una doble moral o tenemos una pésima memoria.

 

Permítame recordarles lo siguiente:

 

Entre los años 2003 y 2009 Colombia recibió centenares de militares provenientes de los Estados Unidos para adecuar bases militares en nuestro país.  Sin embargo, cometieron en territorio colombiano toda clase de delitos penales, entre ellos violaciones de niñas que —por demás—  fueron utilizadas para «posar en videos pornográficos».

 

Todos estos vejámenes sucedieron en poblaciones aledañas a dichas bases militares, en donde los soldados violaron centenares de niñas, agregándole a esto que algunas de ellas eran filmadas quizás para comercializar pornografía infantil, según un «Informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas».

 

Les comparto esta información publicada por el periódico El Espectador de Bogotá, en donde narra la crueldad de lo que sucedió en esta oportunidad, sin contar los cientos de mujeres colombianas que fueron utilizadas para ejercer la prostitución y el tráfico de drogas.

 

 

LE PUEDE INTERESAR: Soldados de Estados Unidos violaron niñas y las grabaron. 

 

 

Lo más sorprendente aquí es que —en esa época—  «nadie dijo nada», con la excepción de muy pocas personas y ONG que comprendieron la gravedad de lo sucedido.

 

Pero claro, ese «silencio mediático y social» se presentó porque los violadores no eran desplazados venezolanos y no había el «interés político» en hacer un escándalo por esos crímenes.

 

Hay otras víctimas que —sutilmente— fueron seducidas por quienes portaban ese uniforme militar, conllevando relaciones con libre consentimiento;  por eso hoy existen algunos hijos de norteamericanos, cerca de esos municipios colombianos, donde funcionaron las bases militares,  pero los soldados no fueron llamados jamás a responder por la paternidad de esos niños.

 

La justicia en estos casos no opera porque las fuerzas militares estadounidenses, tras la firma de «Acuerdos con Colombia” de antemano no responden por eventuales situaciones que se presenten como las sucedidas en este caso.

 

Yo me pregunto:

 

— ¿dónde quedó en esa oportunidad nuestra «dignidad» como pueblo y por qué no protestamos contra los norteamericanos como si lo hacemos contra los venezolanos?

 

— ¿dejamos abusar a nuestras niñas simplemente porque ellos eran gringos?

 

Yo pienso que nuestro comportamiento se debe a que es más fácil «al caído caerle».  Hoy los venezolanos «están caídos y les están cayendo».

 

ACLARO que, si alguno de ellos comente algún delito, debe ser investigado y se le debe respetar el debido proceso y si son hallados culpables les debe caer todo el peso de la ley.    Sin embargo, lo que hoy estamos viendo es que —sin pruebas, sin fundamentos y solo por chismes que circulan por las redes sociales— los estamos condenando y lanzando a la hoguera.   Eso no es correcto.

 

Siento tristeza y vergüenza cuando mis compatriotas expresen su rechazo hacia los miles de ciudadanos del vecino país que huyen de la precariedad y la opresión del régimen de Maduro, solo porque “son pobres y necesitados» llenos de necesidades.

 

Estos venezolanos que llegan hoy no son dueños de ningún emporio económico como Pacific Rubiales, Chevron-Texaco, Movistar, ni tampoco son socios de PDVSA  la petrolera venezolana,    todo lo contrario, los que llegan hoy son pobres y vaciados, que están huyendo del hambre, de la dictadura, el desempleo, la miseria y el desamparo.

 

He visto que aquí en Barrancabermeja algunos les gritan:   ¡busquen trabajo flojos! … pero yo me pregunto: — ¿usted ya les ofreció trabajo?    Si usted no ayuda a solucionar el problema lo invito a que tampoco ayude a crecer el problema.

 

Quiero finalizar esta columna mostrando un informe Wikipedia (la enciclopedia mundial) en donde da cuenta que a la «Venezuela de los años 70» llegaron a trasladarse a ese país más de 600.000 colombianos y que hoy, en plena crisis venezolana, aún hay 200.000 colombianos refugiados en el vecino país.    Es decir, colombianos (compatriotas nuestros) que salieron de nuestro país huyendo de los problemas económicos y de violencia que también hemos vivido en Colombia.

 

LE PUEDE INTERESAR:  Ver artículo de Wikipedia sobre el caso.

 

LA ÑAPA: Me dicen que en alguna época a nuestra querida Barrancabermeja la llamaron «La Ciudad de las tres ‘p’ (putas, plata y petróleo)».   Una calificación infame y miserable que mereció el rechazo de todos.  Eso mismo les pasa hoy a nuestros hermanos del vecino país cuando reciben bullying en la calle o en las redes sociales.

 

Paremos la xenofobia contra los venezolanos.

 

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HENRY SANABRIA VEGA, es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL.   Puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]

 

 

 

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