La memoria sufre desconexiones, disrupciones y anomalías en Barrancabermeja, puede ser el resultado de las altas temperaturas, la excesiva humedad, consecuencia de 100 años de industria petrolera, anomalías genéticas aun no identificadas o a alguna especie de tradición cultural, pero lo cierto es que la memoria en esta ciudad es caprichosa, inconstante y harto voluble.
Y eso genera incongruencias y rarezas en el comportamiento de las personas, que por periodos de tiempo se comportan de una forma y luego cambian, casi como si fueran nuevos nacidos, sin historia ni pasado.
Todo esto genera que sea difícil construir ciudad, generar lazos fuertes de convivencia y realmente edificar consensos sociales.
La situación afecta la memoria de corto y largo plazo, la gente olvida que pasaba hace tres o cuatro años, como hace 20.
Y esa falta de memoria, esa ausencia de pasado, permiten que algunos lancen sentencias lapidarias, críticas destructivas y juicios concluyentes sin ningún recato o vergüenza.
Esas personas creen que no había nada antes de ellos y sus conclusiones imperecederas, lo que hace difícil generar espacios de dialogo que permitan llegar a puntos en común, lejos de la inflexibilidad y la rigidez.
Es necesario construir, o reconstruir, una memoria o una historia de la ciudad, que supere dogmatismos y lugares comunes para generar referentes para la construcción social del municipio.
Olvidar que la ciudad está atada a los ciclos de la economía petrolera, ligada a las alzas y caídas de los precios del petróleo, y que eso afecta la dinámica económica local, la demanda y oferta de bienes y servicios, la contratación de mano de obra, entre otras cosas, es hacer un análisis superficial y ligero de la realidad económica de la municipalidad.
Olvidar que las malas inversiones públicas, el derroche de dinero en canchas, parques y otras obras, con bajo impacto social y económico, dejando de lado inversiones en infraestructura de servicios, salud y educación, generan que sea cada vez más difícil superar los problemas estructurales del municipio.
Olvidar que la desidia y el abandono del gobierno nacional y departamental, que ha demorado las inversiones necesarias para el desarrollo de la infraestructura del municipio tanto en vías como en la refinería, ha provocado que la dependencia al petróleo se acentué y aumente la vulnerabilidad local a los vaivenes de los precios del crudo.
Esos caprichos de la memoria hay que superarlos, dejar a un lado aquellos afectados por esa dolencia, y trabajar para construir una historia responsable con la realidad y el pasado del municipio, lo que sería fundamental para construir el presente y el futuro de la localidad.
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